Mi primera vez en África. Me encontraba a punto de dar ese paso de conocer algo totalmente distinto de lo que ya has visto. Muchos países visitados en nuestro saco pero ninguno había sido en un país donde el color de piel de la gente es negro.
Unas ganas inmensas recorrían nuestros cuerpos que pedían aventura desde que compramos los billetes unos meses atrás. Muchos fueron los papeleospara poder decir “estamos listos para entrar a Ghana”, lo conseguimos sin mucha dificultad, todo salió como lo esperado -uf- a pesar de algún que otro quebradero de cabeza con el itinerario. Era tal la confusión que nos fuimos sin saber que íbamos a hacer al día siguiente de pisar Acra.
Primero volamos desdeBruselas aMadriddonde pasaríamos una noche, una escala de unas casi 20 horas que aprovecharíamos para ver a mi hermano que vive en Parla. Una noche tranquila donde desconectamos un poco de lo que nos esperaba.
¡Ahí vamos! |
Salíamos a Ghana a eso de las 14h30 de nuevo con Iberia. No llevábamos demasiado equipaje, es más, no llevábamos equipaje facturado. Es algo que solo te puede traer ventajas: a) No tienes que esperar las maletas cuando aterrizas. b) Llevas poco peso en tus espaldas para viajar por el país. c) Te ahorras un posible robo o perdida del equipaje.
El piloto nos avisó de que utilizarían una ruta alternativa por problemas en Mali, volaríamos a través de Argelia, ¿supongo que es mejor? El vuelo duraría 5 horas y media (Madrid-Acra). Lo aprovechamos para leer, dormir y ver el paisaje. Para el viaje me llevé un libro ambientado en Ghana llamado “Lejos de Ghana” de Taiye Salesi, escritora ghanesa. Ese título ya no sería valido para nosotros anymore.
Practicando con el objetivo 55-200mm que nos dejaron |
Llegó un momento que había esperado durante muchos años, ese momento en el que atraviesas el Sahara, el inmenso desierto amarillo con el que tengo un viaje pendiente. Ese mar de arena del que desde arriba se ve en formas creadas por el viento; montañas y agujeros de miles de formas.
Un desierto es una víctima del viento quedando a su merced, como si de un artista se tratara. Como un escultor que da forma a cierto material o como si a un pintor se le ocurriera una obra de arte. Eso es el Sahara visto desde los cielos, una gran obra de arte.
Atravesando el Sahara |
Los pasajeros del vuelo eran prácticamente ghaneses en su totalidad, los azafatos españoles crearon ese vínculo con nosotros que siempre crea la nacionalidad en común. Nunca habían hecho ese trayecto antes y nos preguntaban por nuestro viaje, pasarían un día por Acra y como nosotros, sentían curiosidad por lo que se iban a encontrar. Se sorprendieron de la simpatía de los ghaneses del vuelo ya que en otros vuelos que realizaron a Lagos (Nigeria) -la gente era muy antipática- decía uno de ellos. En el mismo avión nos dieron un pequeño formulario para rellenar y dar en la aduana del aeropuerto.
Formulario que nos dieron en el avión |
Un golpe en nuestras narices nos recibía en Acra al salir de las puertas del avión. Era el calor, húmedo y agobiante, creando esas primeras gotas de sudor en la frente y esa sensación de sed que no nos abandonaría durante el resto del viaje. Un cambio de temperatura brutal viniendo en pleno invierno desde Europa. ¿Dónde nos hemos metido?
Llegamos al edificio donde está la aduana, una larga fila avanza a pasos de tortuga mientras un cartel en la entrada nos da la bienvenida –Akwaaba– . Primero pasamos por un detector térmico, medida que han tomado para prevenir casos de ébola, para luego pasar por la cola de “no ghaneses” donde el oficial nos pondría el sello en el pasaporte de entrada. El formulario que rellenamos en el avión que entregamos ya donde te controlan el equipaje no sirve de nada, ni lo miran.
Akwaaba |
Estamos dentro, ya no hay quien nos detenga, solos ante el peligro. Cambiamos un poco de dinero en el aeropuerto para ir tirando ya que el cambio es malo, 3,70 cedis por cada €. Cambiaríamos más ya en la ciudad.
Al salir nos encontramos con una marea de gente haciendo un pasillo para los que salen, muchos con cartelitos de hoteles. todo un jaleo. El de nuestro hotel debería ser uno de ellos pero no está. ¿Ahora qué? Nuestros móviles no funcionan en Ghana. Tras rechazar a 15 taxis que insistían en llevarnos nos quedamos allí esperando al nuestro… empieza bien la cosa. Mientras unos y otros nos hablan y miran aparece uno preguntando si necesitábamos algo.
Le contamos lo que pasa y se ofrece para llamar al hotel, nos viene bien así que aceptamos su ayuda. Tras llevarnos a una tienda del aeropuerto para recargar su móvil hace la llamada y me lo pasa, duramente entiendo que está en camino, que debíamos de esperar unos 5 minutos. Como no podía ser de otra forma, el chico que nos ayudó nos pide los 10 cedis (3€ y algo) de la recarga del móvil y ni corto ni perezoso nos pide otros 10 por la ayuda. ¿Estamos locos? Le das la mano y te cogen el brazo. Le decimos que no, que de los 10 cedis de la recarga habrá utilizado 0,5 cedis o menos. El chico no dijo nada más. Empieza la lucha contra el engaño en Ghana antes de lo que habíamos esperado. ¿Dónde nos hemos metido?
Tras esperar como media hora más (y eso que dijo 5 minutos, Ghana time, como dirían ellos) llega el chico con el cartelito de nuestro hotel, Negolodge. Nos subimos al taxi y sube el volumen de su música africana a tope, ya vemos las pocas intenciones de hablar que tiene, al menos tiene buen gusto, pone buena música. Hay una caravana desesperante y en vez de 15 minutos que dura el trayecto al hotel dura más de una hora, el tráfico en Acra es desesperante. Nos dice que aquello no es normal, no sé si será verdad pero el tráfico en Acra no tiene muy buena reputación. ¿Dónde nos hemos metido?
Aunque se vea poco porque era ya de noche pudimos ver la gran cantidad de gente que vende en las carreteras, parece un mercadillo en la misma carretera, algo que impresiona. Cómo pueden vender tantas cosas diferentes en la misma “autovía”.
Preguntamos al taxista que antes de llegar al hotel pare en algún sitio para comprar algo para cenar barato, eran ya las 10 de la noche y en el hotel no tienen comida. Al ver donde nos ha llevado para la cena nos llevamos las manos a la cabeza, ¡nos ha traído a un KFC! Nosotros que teníamos ganas de probar comida ghanesa nos trae a una cadena de comida rápida americana, tierra trágame. No queríamos ya decirle que no queríamos eso porque se había desviado bastante del hotel para llegar hasta allí así que pedimos comida para llevar. No es muy barato que digamos, unos 5€ por menú. Eso en Ghana es mucho. ¿Dónde nos hemos metido?
El hotel está muy bien, tiene hasta A/C. Esa noche dormiríamos bien. La única pega es que en el hotel no hay ni un alma, nadie con quien hablar ni comentar, de todas maneras sabíamos que estábamos en Ghana, no nos esperábamos ver a ningún ‘blanco’ y si lo hiciéramos sería noticia.
Es la segunda vez que vemos un lavabo avisando sobre el ébola, es algo que quieren evitar a toda costa concienciando a la gente, es importante siempre tener las manos limpias.
Carteles contra ébola |
En el hotel de Acra |
Decidimos que saldríamos al día siguiente hacia Tamale, al norte del país, la llave para llegar a Mole National Park. Para ello teníamos que ir en avión y no teníamos ningún vuelo reservado ya que no pudimos hacerlo sin VISA, teníamos que comprarlo en el aeropuerto mismo. Por tierra serían dos días por carretera… Había un vuelo que salía a las 7 de la mañana y se lo comentamos al del hotel que nos mira con cara de circunstancia como diciendo “no me hagáis darme ese madrugón por favor“. Tiene un contacto en el aeropuerto y lo llama para preguntar si era verdad. Nos comenta que hay un vuelo a las 10 de la mañana de la compañía African Airlines. Nos convence para que fuéramos a esa hora, para nosotros seguía estando bien ya que estando en Tamale entre las 14 y 15h era suficiente para no perder el único bus que sale de Tamale a Mole.
Y así hacemos, salimos por la mañana del hotel con el mismo taxista y llegamos de nuevo al aeropuerto. El paisaje de día se nos presenta muy diferente, todo nos parecía raro como así era la sensación que teníamos. Se veían muchas cosas curiosas por la ventanilla del taxi, comenzaba el viaje de verdad, estos choques culturales son los que enriquecen un viaje, Ghana no estaba defraudando.
En la taquilla nos comentan que NO quedan billetes para ese vuelo, ¡nooooooo! Preguntamos en Antrak Air y nos dice que sale un vuelo a las 13h00 con asientos disponibles, no nos queda otra que tomar ese vuelo y rezar para que nos diera tiempo a coger el autobús de Mole por algún retraso (probable en Ghana).
Vamos a cambiar más dinero fuera del aeropuerto, alguien al que preguntamos nos lleva a alguien que tiene mejor cambio que en el aeropuerto mismo aunque tampoco es para tirar cohetes, nos da 3.80 por €. Al cambiar el dinero nos damos cuenta que nos da de menos, cuando ve nuestras caras nos lo da como si hubiese sido un accidente, ya había leído sobre ese truco. Calcula tú mismo y cuenta siempre el dinero que cambias. De mientras esperamos en una carpa grande con a/a y comimos algo, nuestro primer plato ghanés, Jollof Rice, un arroz rojo con pollo con una salsa picante en un bote aparte. No me entusiasmó demasiado que digamos…
Jollof Rice |
Es un avión pequeño, de unas 60 personas o así, bastante antiguo aunque en peores nos hemos subido. Todo el vuelo fue bien hasta que empezamos a descender, unas terribles turbulencias sacuden el avión, Perrine cree que va a morir… la verdad es que nunca hemos tenidos tantas turbulencias, aquello no era normal, -Si morimos que sea sonriendo- le suelto a Perrine.
No era nuestro avión pero algo parecido |
Finalmente aterrizamos sanos y salvos en Tamale entre techos plateados deslumbrantes por el reflejo del sol. Corriendo salimos del minúsculo aeropuerto de Tamale y pillamos un taxi directo a la estación de autobuses de Metro Mass, todavía tenemos esperanza, – ¡A toda maquina!– le suplico al taxista. ¿Lo conseguiríamos?
Hace más calor que en Acra y también hay mucha menos gente y coches, nos resulta más agradable, en seguida notamos un gran cambio entre norte y sur del país.
Paisaje recién llegados a Tamale |
Aeropuerto de Tamale |
Lo que me había imaginado de África en una imagen |
El taxista nos deja en la misma estación y nos desea suerte.
– El bus ya ha salido, tienes que volver mañana– nos comenta el de la taquilla.
Se nos queda cara de tontos pero lo aceptamos, era bastante probable este desenlace. Si el destino quiere que nos quedemos un día para conocer Tamale que así sea.
Tamale es la tercera ciudad más importante de Ghana, una ciudad en pleno crecimiento. Se dice que es una de las ciudades que más rápido están cambiando/creciendo del mundo, irreconocible si la comparas con hace algunos años. Uno de los edificios más impresionantes de la ciudad puede ser su estadio de fútbol creado para la Copa África de 2008. Tamale es una ciudad de mayoría musulmana como gran parte del norte del país y el idioma que más se habla aparte del inglés es el dagomba.
Somos objeto de todas las miradas y comentarios, al menos así nos sentimos. Nos tratamos de colocar con el impreciso mapa de la guía Bradt y probamos andar hasta un hotel que hemos visto en la guía. Parece cerca pero nos perdemos, preguntando a algunos que nos ayudan y con muchas ganas nos recomiendan coger un taxi ya que a pie sería difícil, encima un taxi solo nos costaría un par de cedis, algo más de 50 céntimos, tampoco nos vamos a arruinar. Además, estábamos un poco agobiados, estábamos por una zona del mercado central y había mucha gente a nuestro alrededor, queríamos volver sin las mochilas más tranquilamente.
Nos dan un precio razonable en el hotel, 60 cedis con aire acondicionado o 40 con ventilador. Nos estaremos haciendo muy señoritos pero elegimos el de aire acondicionado, el calor apretaba muchísimo y no era una gran diferencia de precio. La gente que trabaja de cara al público nos estaba pareciendo un poco seca, parcas en palabras, supongo que nos teníamos que acostumbrar al tempo ghanés.
Salimos a la calle, ya no quedan muchas horas de sol pero nos da igual, queremos aprovechar y salir a conocer Tamale. Estamos cerca del ecuador con lo que anochece a eso de las 18h30. Salimos andando desde el hotel hasta el centro por todo el solano que caliente nuestra piel pálida invernal, no podíamos estar más blancos, casi reflectantes. No pasamos de inadvertidos entre los ghaneses.
Entramos por la Mezquita Central, el norte de Ghana es de mayoría musulmana por lo que se ven muchas mezquitas y muy pocas iglesias. Fue en los aledaños de la mezquita donde se nos acercó a hablarnos Felix (supongo que será su nombre no ghanés), un chico ghanés cocinero en uno de los bares más famosos de Tamale (Giddipass). Le dijimos que pasaríamos por su bar más tarde. Hay otra mezquita más grande pero parecida a esta, la Grand Mosque, cerca del mercado central.
Mezquita central al fondo |
Entramos al mercado para comprar algunas cosas y vivir la experiencia. Lo primero que compramos fue un cuchillo para poder comer frutas, sobre todo mangos. Estábamos en plena temporada de mangos y lo había de muchas formas, gigantescos y verdes y pequeños y amarillos, el paraíso mangil a lo largo y ancho del mercado. Tras encontrar el cuchillo os podéis imaginar cual fue la segunda compra. Los plátanos también los hay en abundancia, a puñados, riquísimos y muy baratos.
Como siempre, hay que regatear un poco aunque no tuvimos la sensación de que nos inflaran mucho los precios. La palabra obruni salía de cada rincón del mercado, veníamos con la lección aprendida y sabíamos que significa algo así como “guiri”. Todo va a una velocidad vertiginosa en el mercado de Tamale, sobre todo cuando te metes por sus estrechas callejuelas. Es un constante vaivén de personas llevando con cosas en la cabeza, es increíble todo lo que pueden llevar, creo que tres veces su peso corporal sin problemas y a toda velocidad. Sobre todo mujeres. Es difícil estar parado.
Una cosa que odié con toda mi alma fue la imposibilidad que nos supuso hacer fotos, era incapaz, no podía, nunca me había pasado algo así. Me sentía mal con la cámara en la mano y mucho peor enfocando a alguien, no podía y eso me fastidiaba. Son muchas las fotos que hice con mi cabeza que me hubiera encantado sacar con la cámara pero me resultaba casi imposible. Sé que la mayoría de gente en Ghana odia que les hagan fotos y eso era algo que respeto al máximo, tampoco me atrevía a preguntarlo como hacía por ejemplo en Indonesia. Lo dejé así y fui sacando alguna foto con el móvil, por eso veréis la poca calidad de algunas de las fotos. No puedo expresar en fotos lo que vivimos en este mercado, espero haberlo hecho con palabras.
Tras pasar por el bar y hablar otro rato con Felix que nos contó que tiene una hermana que vive en Holanda. Nos ofreció su número de móvil, sería el primero de muchos en hacer esto.
Cenamos en un restaurante que hay junto a nuestro hotel. Un restaurante chino pero de ghaneses, el mejor de Tamale. Nos ponen un plato de lo más generoso, yo diría que un plato para 3 personas, ¿quien se puede comer todo eso? Nosotros no.
Nuestra comida “china” |
Listos para ir a dormir |
Para dormir pusimos la red que trajimos, en el norte del país existe riesgo de malaria y no queríamos comprobarlo, no cuesta mucho poner una red. El preguntarnos dónde nos habíamos metido tantas veces decía mucho de lo diferente que es África para nosotros, del choque cultural que existe y de lo interesante que se estaba poniendo el viaje. Aún nos quedaba lo mejor, el día siguiente lo dedicaríamos a Tamale por la mañana y a viajar a Mole National Park durante el resto del día. “Perdimos” un día al perder ese autobús pero lo ganamos en conocer un poco de Tamale, que nos sirvió de introducción a esta cultura.
Gastos del día
A continuación un desglose de todos los gastos para dos personas:
Día 1:
Negolodge hotel : 95CD
Taxi aeropuerto – hotel: 30CD
Llamada móvil: 10CD
Cena KFC: 27.6CD
Total: 162 CD = 41€
Día 2:
Taxis : 57CD
SIM card: 7CD
Comida y bebida: 65CD
Mercadillo: 11.5CD
Hotel: 60CD
Otros: 5CD
Total: 205.5 CD = 52.5€
*Vuelos Acra-Tamale: 83€ por persona
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