Le estábamos cogiendo el punto aGhana, justo ahora que quedaban un par de días para irnos. Es lo que tiene hacer viajes cortos, cuando más empiezas a disfrutas del país es cuando ya casi te tienes que ir. Nos quedaban dos días (día y medio en realidad) para conocer una parte dela costa ghanesa, famosa por suscastillos de esclavosy por susbonitas playas, dos días que queríamos aprovechar al máximo antes de irnos a casa pero que con la diarrea que pillé enKumasilo hacía complicado. Había que sacrificarse y aprovechar el momento, quien sabe si vuelvo a Ghana algún día, la probabilidad es pequeña. Era unahora o nunca.
De Kumasi a Cape Coast
Salimos del hotel-iglesia de Kumasi para coger un taxi dirección a la estación de autobuses. Los taxis en Ghana siempre te cobran de más por llevarte a alguna estación o aeropuerto, no importa que esté cerca, no importa cuanto regatees, te va a cobrar unos cedis de más por ello aunque también es verdad ocurre igual que en España por ejemplo.
A veces solo hacen falta unos 15 minutos de conversación para que un ghanés te pida el número teléfono, email, facebook o lo que sea para tener un contacto europeo. Nos pasó mucho viajando por el país y nos pasó con este taxista por ejemplo. Tuvimos que inventarnos un email y número de teléfono, no nos quedaba otra. Ya en la estación tuvimos que esperar como una hora con el método llenar y salir.
El trayecto Kumasi – Cape Coast no fue demasiado largo. Todavía estaba muy débil con la diarrea y con algo de fiebre con lo que dormí durante casi todo el trayecto con la cabeza apoyada en el asiento delantero mientras Perrine leía la guía Bradt sobre lo que nos esperaba.Creo que fueron entre unas 3 o 4 horas.
Perrine encontró un lugar en la guía donde dormir en Cape Coast. Elegimos el hotel Baobat en la calle Russell, un hotel muy barato y muy cerca del castillo de esclavos que teníamos la intención de visitar y a tan solo 2 o 3 kilómetros de la estación de autobuses. Llegados a la estación y tras decir a varios taxistas que no por el desorbitado precio que pedían encontramos a uno simpático taxista que nos llevaría por 1 cedi. (25 cent.), sobre todo lo hizo para poder vendernos excursiones a Elmina y Kakum National Park. Todavía no lo teníamos muy claro a donde ir, solo teníamos claro que podíamos ir a uno de los dos lugares. El día que “perdimos” en Tamale era el que normalmente íbamos a utilizar aquí, ahora teníamos que elegir entre los dos lugares.
El hotel Baobat para nuestra sorpresa es llevado con la ayuda de un grupo de alemanes voluntarios, que ayudan en todo lo posible, es por eso que el hotel tenia ese aire típico de hostales comunes, esos detalles que lo hacen diferente de lo que habíamos visto en Ghana. Se notaba la mano de estos jóvenes, lo hacen muy bien, fue una de ellas la que nos recibió y enseño la habitación, una habitación grande para nosotros dos. El hotel es bonito y como su nombre indica, todos lo muebles y decorado provienen del árbol africano baobat.
Visitando Cape Coast
Callejeamos un poco por las calles bajo el intenso sol, aquí notábamos que el calor es más húmedo y molesto que en el interior del país a pesar de que hay menos temperatura. Callejeamos por sus calles llenas de puestecillos y pequeños “restaurantes” donde intenté comer algo aunque luego tuviera que ir corriendo al baño del hotel, todo lo que comía salía a los 5 minutos. Perrine comió un plato llamado Red Red, una especie de potaje de plátanos con alubias de color rojo, evidentemente :).
Caminando por Cape Coast se ve claramente que estuvo en manos de varias civilizaciones como los ingleses, portugueses y holandeses. Varios son los edificios que se pueden ver por sus calles que dejan evidencia sobre ello, sobre todo iglesias, fuertes y castillos. El más importante y turístico es sin duda su castillo frente al mar, llamado Castillo Cape Coast, el que teníamos a solo unos pasos de nuestro hotel y al que iríamos ya caída la tarde. El precio de la entrada al castillo va con guía y permiso de sacar fotos, algo que cambiaron recientemente. No sé como pero coló cuando dijimos que eramos estudiantes, pudimos entrar a ese precio, con ya 29 años y todavía cuela, nos cuidamos bien :-P.
Cerca del castillo hay una playa muy grande con palmeras tropicales y bastante gente, sobre todo niños jugando. No me había esperado la costa ghanesa tan bonita. Me hubiera gustado estar más tiempo para haberla disfrutado más, a menos velocidad, menos de dos días en esta costa no da ni para aperitivo si también quieres callejear y visitar los castillos.
Cañones ingleses abandonados en las rocas junto al mar |
El castillo de esclavos de Cape Coast
Los castillos de esclavos de la Costa del Oro es patrimonio mundial de la UNESCO. Aunque fue una desgracia para los locales que aún miran algunos con recelo a los turistas blancos es algo que forma parte de la historia y evolución del país ya sea para bien o para mal, una historia triste que estábamos a punto de conocer.
Pillamos justo el último grupo del día al que nos incorporamos después de visitar su pequeño museo ya en el interior del castillo. Un guía muy alegre y bromista nos dio la bienvenida a todos. 3 alemanas y un pequeño grupo de ghaneses expats completaban el grupo.
El guía nos llevó por cada rincón del castillo explicando cada uno de sus habitaciones, como vivían y toda la historia de los esclavos que me hacían sentir más enfermo de lo que ya estaba. Una historia que empezó con la incursión de los portugueses en el año en 1482 en busca de oro, costa a la que llamaron la costa del oro. Más tarde se harían con el poder los holandeses y como último y más recordado los ingleses. Otras civilizaciones como los suecos o daneses también tomaron posesión de algunos puntos del golfo de Guinea.
En el interior del castillo |
Cape Coast y este castillo fueron un importante punto para los ingleses por ser el puerto de conexión con Europa y la ruta al norte a través del Sahel para el tráfico de esclavos. Ha sido el lugar en el mundo donde se hicieron más esclavos en la era colonial. Muchos de los esclavos fueron cedidos por el impero Ashanti que lo hacia a cambio de alcohol y armas, muy triste.
El guía nos llevó y explicó todo muy intensamente, todo lo ocurrido en las celdas y mazmorras donde amontonaban a los esclavos en unas condiciones paupérrimas. Lugares sin luz, con comida que tiraban por un agujero en el techo y en un espacio donde dormían y a la vez tenían que hacer sus necesidades. Algo infrahumano, algo muy triste de la que me avergüenzo del ser humano y de la impuesta superioridad de la raza blanca y europea sobre las demás. Bichos -en el peor sentido de la palabra- sin corazón que solo busca interés, riqueza y barbarie. Algo que nunca debió de haber existido pero que realmente y aunque cueste creerlo ocurrió. Desgraciadamente, viajando te encuentras con muchos de estos lugares donde vivieron la colonización y barbarie en sus tierras.
Fuera de la triste historia, desde el castillo se tienen unas vistas preciosas de la costa y se puede observar como fluye la vida de los marineros que se ven faenar por el mar. Por la puerta llamada “door of no return” que da al mar pudimos ver entre mucho alboroto a muchos barcos preparándose para salir a pescar. Lo primero que se vio al salir por la puerta fue una bandera española, llámalo casualidad 🙂
Y la bandera española aparece en mis narices |
Pescadores revisando sus redes |
Ventana desde el castillo |
Al salir del castillo, los vendedores que hay por allí fueron al ataque intentando vender lo que podían. Desde pulseras, pinturas en trapos o camisetas de fútbol de Ghana hasta marihuana. No teníamos comprado todavía souvenirs y se nos acababa el tiempo así que tras una larga negociación compramos un par de cosas para regalar.
Yendo hacia nuestro hotel había un hombre ghanés gritando como un loco diciendo cosas en contra de los turistas. Parecía muy enfadado pero también parecía no estar muy bien de la cabeza, lo teníamos al lado y nos dio respeto aunque no llegara a pasar nada. Tanto odio que salía de su boca contra los blancos y nosotros allí cerca de él. Entiendo que todavía algunos nos odien por todo lo que pasó pero es algo que ocurrió hace mucho tiempo, no se puede vivir con ese rencor.
Cenamos en nuestro hotel aunque yo iba de acompañante de Perrine, no podía comer aún nada. Mientras cenábamos en la terraza de abajo del hotel ya en la oscuridad se nos acercó una chica ghanesa que conocimos ese día por la mañana en uno de los puestos callejeros de fruta. Esta chica veinteañera vendía fruta junto a su madre y su bebé. Le dijimos que dormíamos en este hotel y aquí se nos presentó. Se sentó junto a nosotros para hablar un rato. La intención de esta chica no era otra que la de ofrecernos a su hijo para que lo lleváramos con nosotros a Europa. Nos contó que su marido murió no hace mucho y que no tenía ni para mantener a su hijo. Su historia nos dejó cortados y no sabíamos bien que decirle. Poco podíamos hacer por ella. La hicimos entender que tomar a su hijo así como así no es nada fácil, hay mucho papeleo de por medio además de que no podíamos hacerlo. Tras hablar de otros temas más alegres nos despedimos y dijimos que mañana iríamos a su puesto para despedirnos.
Elmina, en busca de más castillos
Al día siguiente decidimos ir hasta Elmina dejando Kakum National Park de lado por varias razones: a)Por costarnos bastante más dinero, b)por sentirme todavía enfermo por la diarrea, no era plan de estar andando por el parque nacional así de mal y c)porque solo teníamos medio día y Elmina está bastante más cerca.
Para llegar a Elmina hay una forma muy barata de hacerlo, en taxi compartido. Para ello hay que llegar a una calle donde los taxis esperan en fila y salen cuando lo llenan, el precio es muy bajo y en unos 20-30 minutos se llega. Es la mejor opción posible.
El camino va por una carretera pegada a la costa con unas vistas bonitas a las playas y palmerales que dan esa sensación tropical a la vez que veíamos como nos acercábamos al castillo que predomina el paisaje. La costa ghanesa no tiene desperdicio, me sorprendió para bien
Castillo de Elmina mientras nos acercábamos en taxi |
Elmina es una pequeña localidad cerca de Cape Coast conocida más que nada por su castillo pero también por su bonito asentamiento y sus calles llenas de vida.
Tras dejarnos el taxista en todo el centro de Elmina y a distancia para llegar a pie al castillo lo primero que nos encontramos fue una marea de gente por todos sitios. No sé porque pero nos la habíamos esperado más tranquila, sin embargo el ambiente que había me gustaba. – Ghana is nice, isn’t it? – me decía un hombre mayor en un perfecto inglés mientras íbamos hacia el castillo. Respondimos con una gran sonrisa.
En la entrada del castillo San Jorge se nos acercaron los típicos vendedores preguntando por nuestros nombres y haciéndonos escribirlo en un papel. Nos preguntábamos para qué, ilusos de nosotros. Se trataba de una estrategia para vendernos cosas a la salida, luego lo veréis aunque alguno ya os lo podréis imaginar.
El precio para entrar el castillo (lo podéis mirar abajo del post) y las condiciones eran las mismas que en el castillo de Cape Coast al igual que el guía que era igual de bueno que el anterior. Pudimos entrar también como estudiantes… creo que aunque saben que no lo somos lo dejan pasar así, por nosotros perfecto. Los guías de Ghana que nos habíamos encontrado estaban siendo de 10. Apasionados, entretenidos y graciosos, como un guía siempre tiene que ser. Esta vez el grupo lo formábamos junto a una canadiense con su conductor ghanés y dos chinos, solo en sitios así te puedes encontrar con turistas en Ghana.
La historia es similar a la de Cape Coast, el trato infrahumano que se le dio a los esclavos es lo que más impacta pero las vistas desde el castillo eran aún más bonitas que las de Cape Coast. Solo ya merecía la pena entrar al castillo para las vistas a las playas, al pueblo y al otro castillo holandés que se encontraba enfrente de este. Existen muchos más castillos por todo el golfo de Guinea pero estos dos que visitamos son los que mejor se conservan.
Nuestro buen guía |
Bienvenido a las mazmorras |
Excursión de un colegio ghanés |
Vistas desde el castillo |
Interior del castillo |
Cañón apuntando al castillo holandés |
Zona puerto de Elmina |
Al salir del castillo se nos acercaron los chicos que nos pidieron los nombres entrando al castillo. Aparecieron con una concha cogida de la playa con nuestros nombres escritos como regalo. Y claro, si no comprábamos nada no lo iban a regalar como ellos decían, era para meter presión para comprarles algo de su tienda. Nos negamos porque ya compramos suficiente y es cuando entonces nos pidieron algo por las conchas, no se querían ir con las manos vacías. Para quitárnoslos de encima les dimos un par de cedis. ¡Qué pesados pueden llegar a ser! También nos las quisieron colar dándonos un papel para que firmáramos, pidiendo dinero para recaudar fondos para su equipo de fútbol. No nos creímos nada, seguramente sea una farsa para sacar dinero a los turistas, se notaba a leguas. Así que ya sabéis, cuidado con estos vendedores que aunque vayan de buen rollo siempre es para sacarte algo. Ignóralos, es lo mejor que se puede hacer. Lo verás de lejos cuando vienen con esa intención. Solo nos ocurrió en sitios turísticos, que conste.
De vuelta a Acra
Sin mucho tiempo de más volvimos al centro de Elmina para buscar un taxi compartido de vuelta a Cape Coast donde descansaríamos un poco del calor agobiante y donde recogeríamos nuestras cosas para irnos a la tranquila estación de autobuses Metro Mass en la que tomaríamos nuestro último autobús del viaje dirección Accra -Acra en español-. Al día siguiente temprano volvíamos de vuelta a casa…
Acercándonos a Acra |
Acra |
Multitud en las calles de Acra |
Llegamos de vuelta a Acra tras nuestro itinerario por el país. Una pena no haberla podido visitar como se merecía pero había otras prioridades. Llegamos ya cayendo la noche y ya no nos daba tiempo a ver nada. Elegimos hotel como hacíamos de costumbre, buscando en la guía mientras estábamos en el autobús.
Al bajarnos del autobús enseguida nos subimos a un trotro (una especie de furgón-taxi) que decía que se dirigía hacia esa zona del hotel, en el barrio de Adabraka. Preguntando por la calle pudimos llegar al hotel sin mayores problemas, la gente en la calle nos ayudó mucho., la gente ghanesa puede llegar a se maravillosa y adorable, la mayoría es así, es algo que echaremos de menos cuando volvamos a Bélgica. Nos dimos cuenta que buscando hoteles así sale mucho más barato que buscándolosonline. Esa noche cenaríamos tranquilos en un buen restaurante por Adabraka para despedirnos y gastar los cedis que nos sobraban y nos fuimos a dormir pronto, había que madrugar mucho para ir al aeropuerto. El viaje llegaba a su fin.
Fue una semana intensa en un viaje que nos marcará por siempre como primera visita a la África subsahariana, corto sí, pero intenso y suficiente para hacernos una idea de esta nueva cultura para nosotros. El inicio de muchas visitas a este continente porque si una cosa tenemos clara es que nos quedamos con ganas de más y de que queremos volver a África, espero que sea más pronto que tarde.
Adiós Ghana (vistas al lago Volta) |
Gastos del día:
Día 7:
Taxi a la estación de Kumasi: 15 CD
Bus Kumasi – Cape Coast: 24 CD
Comida y bebida: 41.5 CD
Hotel: 60 CD
Entrada al Castillo: 60 CD
Souvenirs: 18 CD
Total: 218.5 CD = 57€ para dos personas
Día 8:
Taxi compartido Cape Coast-Elmina ida y vuelta: 9 CD
Castillo Elmina: 60 CD
Souvenirs: 35 CD
Autobús Cape Coast – Acra: 20 CD
Comida y bebida: 75 CD
Hotel: 34 CD
Total: 233 CD = 60.5€ para dos personas
Entrada anterior del viaje: Días 5 y 6. Kumasi, por la capital del imperio ashanti
FIN