No me imaginaba que viajar en México fuera tan cómodo…y tan caro a la vez. Fuimos a la terminal de autobuses de Puerto Vallarta la cual se encuentra un poco alejada del centro histórico, cerca del aeropuerto. Allí nos comunicaron el precio del bus y nos quedamos boquiabiertos. Al entrar al autobús seguíamos con esa cara de incredulidad y afirmamos con la cabeza, viendo la calidad del autobús el precio concordaba, ahora lo entendíamos todo. El autobús nos llevaría hasta Guadalajara, tendríamos unos asientos reclinables (mucho), televisión táctil como en los aviones e incluso un sándwich y un refresco. Viajábamos como reyes las 6 horas que tardaba el viaje.
El autobús nos dejaba en la terminal de Guadalajara, a las afueras de esta y bastante alejado. Nos la tendríamos que ingeniar para llegar a nuestro hotel céntrico que reservamos online. Salimos hacia afuera y preguntamos por allí. Nos dijeron que ruta de minibús teníamos que tomar y allá fuimos.
Las primeras impresiones que nos dio esta ciudad fueron bastantes diferentes que las de Puerto Vallarta. Estamos hablando que de sopetón nos metimos en la segunda ciudad más grande de México y eso no se podía pasar por alto, llegábamos a la realidad del país. Más desorden, más locura, más de lo que me esperaba de América Latina, ¡bien!
El hotel económico que encontramos digamos que era lo suficientemente decente, lo básicamente limpio y una cama medio en condiciones. Su nombre es Hotel San Juan, es económico y no se encuentra lejos del centro. Además, muy cerca hay un gran Walmart que más tarde descubriríamos que tenía precios increíblemente baratos, sobre todo su gran variedad de frutas cortadas, dulces y panes.
La tarde no dio para mucho más, llevábamos muchas hora de transporte para llegar al hotel y la luz del día se iba escondiendo por el horizonte. El barrio donde nos encontrábamos no daba tampoco demasiada confianza como para andar por ahí en la oscuridad. Guadalajara no es la ciudad más segura de México, por así decirlo, aunque es algo que suele ocurrir en este continente cuando se está en una ciudad de tales dimensiones. Cenamos en uno de los lugares cerca de nuestro hostal e iríamos pronto a dormir.
Centro histórico de Guadalajara
A la mañana siguiente fuimos a comprar guarrerías para desayunar en el Walmart. Eran como las 8 de la mañana y todavía había algún bar con la música típica de bandas mexicanas a todo volumen y algunas parejas con ropa de fiesta con algunos tequilas de más por la calle.
Nos dirigiríamos hacia el centro de Guadalajara. El ambiente bullicioso se palpaba en sus calles. Gente moviéndose en todas las direcciones, negocios de móviles, puestos de fruta y verdura, restaurantes… Ese ambiente que tanto me gusta.
Una vez en la plaza principal de la ciudad con lo primero que te encuentras es con su bonita catedral metropolitana en una plaza (zócalo) muy animada la cual combina estilos neoclásico, barroco y gótico. Como no podía ser de otra forma, es parte de la época colonial española. Esta catedral de tejas amarillentas data del año 1561 y su construcción fue ordenada por el rey Felipe II de España para que fuera uno de los lugares religiosos más importantes de la Nueva España. Actualmente se utiliza como arquidiócesis y es una gran atracción turística de la ciudad.
En esta plaza rodeada de bonitos edificios se respira un ambiente festivo. Los turistas, los vendedores, los señores con sombreros de cowboy que se sientan en los bancos a leer el periódico y las revoltosas palomas que buscan comida por donde pueden viven en la clásica armonía de centro de todo, ese punto de la ciudad en el que te sientes como si estuvieras en la cumbre de una montaña. El eje de donde una ciudad entera se mueve a su alrededor en un ritmo que nunca tiene fin.
Anduvimos por sus plazas colindantes como la plaza de las armas, la rotonda de los jaliscienses ilustres y la plaza Guadalajara.
Caminando dirección del Palacio de Gobierno por el ambientado Paseo Hospicio llegábamos al impresionante edificio del Teatro Degollado, bonito tanto por delante como por atrás donde está la plaza de los fundadores con un monumento de metal muy detallado que decora su pared.
Teatro Degollado por detrás |
Paseo Hospicio |
Hospicio Cabañas
Llegando al final de la animada calle de Paseo Hospicio se llega al imponente edificio de Hospicio Cabañas. Cuando vas por esta calle se puede ver como se alza en el horizonte esta obra de arte arquitectónica que forma parte del patrimonio mundial de la UNESCO. Es un edificio histórico que actualmente funciona como Instituto Cultural.
Para entrar él se debe de pagar una entrada de 70 pesos (3€ y algo) con el que tienes derecho de ver las exposiciones que hay por dentro y el edificio en sí, no tiene desperdicio.
Este edificio se construyó en la época colonial española cuando por entonces se conocía como la Casa de la Misericordia ya que en ella se daba cobijo a los huérfanos y desvalidos. Cuando estalló la guerra de la independencia, el edificio sirvió de cuartel para los soldados españoles. Más tarde, con la revolución mexicana, pasa de nuevo a manos del gobierno que vuelve a utilizarlo para su principal cometido. Es en 1980 cuando se deja de dar uso al edificio llevando a los internos a otras instalaciones más adecuadas. Hoy en día está para el disfrute del turista y el local. Visitar este edifico es una de las cosas que hay que no te puedes perder estando en el estado de Jalisco.
Lo que más me gustó en su interior son los murales que hay de José Clemente Orozco, uno de los artistas mexicanos con más nombre del siglo XX. Murió en 1949.
Se pueden ver más murales suyos en la universidad y en el Palacio de Gobierno como también en otras ciudades del país.
Los famosos murales de Orozco |
Caminando por las calles de Guadalajara hubo unas tres cosas que especialmente nos llamaron mucho la atención:
1) Pájaros canarios que adivinan tu futuro: Sí, como lo lées. Son personas, mayormente señoras, que con un canario en una jaula y unas cartas del tarot te predicen el futuro. El sistema es simple: el canario está adiestrado de una forma para que entre una baraja de cartas elija algunas al azar con las que la señora te dirá cual es tu suerte. Por unos cuantos pesos lo harán y están por todos lados. Nunca me imaginé que se podían adiestrar canarios de tal manera.
2) Las quinceañeras: La cantidad de tiendas que hay con traje para quinceañeras es desmesurada, trata una celebración que desconocía. Al parecer, en México, existe una tradición de que cuando se cumple la edad de 15 años se celebra una fiesta por todo lo alto. Se visten de gala y se les regala cosas de mucho valor. Una fiesta por todo lo alto en la que la familia gasta de lo lindo para la quinceañera. Incluso vimos limusinas con estos quinceañeros asomados por la ventanilla. Nos llegaron historias de algunas familias piden que hasta piden préstamos para ello. Supongo que no todo el mundo se puede permitir una fiesta de tal calibre.
3) El chavo del 8. No sabía que aún sigue estando tan presente en la vida del mexicano. Encontrarás chavos del 8 por todos sitios. Si pones la televisión seguramente estén dando un episodio del chavo o del chapulín colorado en algún canal. Me trajo grandes recuerdos de la infancia y ¡eso me encanta! El chavo del 8 forever.
No no queríamos ir de Guadalajara sin haber probado una de sus famosas tortas ahogadas. Para ello nos fuimos a un mercado del centro que nos encontramos y nos sentamos en uno de los muchos comedores que por allí se encuentran.
El plato trata de una torta (como llaman aquí a un bocadillo) con un pan conocido como ‘birote‘ el cual rellenan de carnitas y sumergen en un liquido de salsa picante de chile de árbol de Yahualica. La verdad es que nuestra torta ahogada no fue mi nuevo plato favorito. Eso de comer pan mojado me pareció un poco raro. Está bueno pero no es lo mejor de la gastronomía mexicana, quien sabe si es porque no fue el mejor lugar para comerlo. Había que probarlo.
Torta ahogada. Lo sé, no tiene muy buena pinta pero al menos estaba comestible. |
Tlaquepaque, la cuna del mariachi
Guadalajara no es solo el centro histórico de la ciudad. Es una ciudad tan grande que tiene varios núcleos importantes y turísticos. Hay uno en especial que nos habían recomendado encarecidamente, este no es otro que el barrio de Tlaquepaque, nada más y nada menos que la cuna del mariachi.
Para llegar hasta allí tomamos un bus desde la calle de nuestro hotel que se dirigía hacia allí por unos 7 pesos mexicanos, el transporte urbano de Guadalajara es muy barato. Al haber tráfico y callejear tanto tomó más tiempo del deseado hasta llegar allí.
El centro de Tlaquepaque es un lugar con magia, eso es algo que se capta al instante de pisar su calle principal. Hay que decir que es un lugar muy cuidado donde todo te parece muy nuevo, más que el resto de la ciudad. Su calle principal está llena de restaurantes caros y baratos, puedes encontrar de todo pero sobre todo encontrarás tacos, quesadillas y demás comida típica mexicana.
También encontrarás muchos puestecillos donde se venden artesanías, sobre todo pulseras y pendientes. Llaman mucho la atención porque suelen ser artesanías muy coloridas y las vendedoras suelen ser indígenas del país.
Caminando por la calle principal se oyen algunos grupos con música mariachi aunque a veces son de un restaurante para atraer a gente. Es un ritmo que me alegra el cuerpo, un ritmo trompetero y una voz honda que me gusta oír cuando estoy en México, es algo que distingue a este país. ¿Te imaginas a una España sin flamenco? Yo tampoco a un México sin mariachi. El pop norteamericano no se puede anteponer ante estas tradiciones musicales.
La música también se escapa por las ventanas de los restaurantes. Sin embargo, el lugar más ‘mariachiero’ es el llamado El Parián que se encuentra en el centro de todo. Un recinto rodeado de restaurantes los cuales ponen sus mesas mirando al centro de esta plaza. En ella algunos grupos numerosos de mariachis rotan para tener música mariachi para todo el que se siente por allí. Un lugar donde el folclore de México se expande en su máximo exponente. Para disfrutar de ello nos metimos y nos sentamos con la intención de bebernos algo mientras escuchábamos la música, al atendernos el camarero nos dijo que para estar ahí sentado no se podía solamente con bebida si no que teníamos que pedir comida también. Tuvimos que levantarnos e irnos ¡una pena pero es carísimo!
Jalisco es también el estado del tequila, es más, no muy lejos de Guadalajara se encuentra el ‘pueblo mágico de Tequila‘. Un pequeño lugar donde muchos turistas acuden para visitar algunas destilerías y campos de agave. Decidimos no ir para no gastar demasiado dinero, no somos muy fan del tequila aunque si nos bebimos algunos ‘shots‘ por Guadalajara. Decidimos seguir el viaje dirección del estado de Guanajuato del cual escribo en un próximo post.
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