Estados Unidos

Llegar al abismo del Gran Cañón del Colorado a través de la ruta 66

Teníamos que pasar de nuevo por Las Vegas así que aprovechamos las habitaciones baratas que tienen entre semana para pasar una noche, fue suficiente para continuar el viaje. Esta vez teníamos como destino el South Rim del Grand Canyon National Park ya en el estado de Arizona pasando antes por otros puntos turísticos y conocidos que coincidían por el camino. El Parque Nacional del Gran Cañón del Colorado se divide en varias partes: El North Rim (la parte norte del cañón), cerrado en temporada baja por desgracia, es conocido por ser igualmente impresionante, más aislado y menos concurrido por turistas. – El oeste, donde se tiene el Grand Canyon Skywalk, para el que hay que pagar entrada, un famoso mirador acristalado y moderno con preciosas vistas sobre el cañón, una visita típica desde Las Vegas, demasiado turístico para nuestro gusto (con lo cual caro). Nos quedábamos con el South Rim que es lo más común para hacer caminatas y disfrutar de esta increíble naturaleza, en una de las 7 maravillas naturales del mundo y parte del patrimonio mundial de la UNESCO.

La primera de nuestras paradas antes de llegar al cañón fue justo en la frontera del estado de Nevada con el de Arizona a 48km de Las Vegas, la famosa Presa Hoover y el lago Mead, lugar que ha salido en unas cuantas películas americanas y una de las presas más grande de mundo. Cruzando por el puente de la presa cambias de estado y de hora, una hora menos de la que teníamos en Nevada, la ventaja es que dispondríamos de una hora más de luz por la tarde pudiendo así aprovechar más el día. Arizona sería un estado en el que estaríamos un tiempo, tiene mucho que ver y queríamos descubrirla un poco a fondo.

No entramos al tour que hay para visita el interior y ver el funcionamiento de la presa, más que nada porque nos parecía excesivamente caro y era algo que ya habíamos visto en otros lugares. Nos limitamos a sacar fotos desde fuera y a seguir nuestro camino hacia el Gran Cañón.

Pasamos por un trecho de la famosa ruta 66 casi por casualidad y paramos en la curiosa y enana ciudad de Seligman, una parada clásica para los que hacen la ruta 66. Una ciudad del estilo ‘’antiguo oeste’’ llena de tiendas y lugares ambientados con la ruta 66. Es aquí donde se encuentra la peluquería de Ángel Delgadillo, un hombre muy importante en la importancia que tiene hoy en día la ruta 66. 

Las casas antiguas de Seligman
Gente haciéndose selfies a todo riesgo por la ruta 66

Ángel Delgadillo, el dueño de la famosa peluquería del pueblo en sus tiempos, vio como la carretera que pasaba en frente de su peluquería estaba siendo abandonada, el gobierno ya no invertía en el mantenimiento y el estado de la carretera empezaba a ser preocupante. Todo debido a la creación de otras carreteras interestatales. Fue un hecho que afectó a los pueblos de esta ruta ya que perdieron gran parte de la importancia que suponía ser el paso principal entre estados, por lo tanto, sus comercios se fueron a pique. Este señor inició una campaña para proclamar la ruta como ruta histórica y recuperarla del olvido, los demás estados por donde pasa la ruta se unieron a esta petición y juntos consiguieron asignarla como la presente histórica ruta 66, ahora Ángel es conocido ahora como ‘’el padre de la ruta 66’’. Si no hubiera sido por él, quien sabe si esta ruta histórica hubiera tenido la relevancia que tiene hoy en día.

Un familiar suyo sigue estando presente en la que era su peluquería, ahora convertida en tienda de souvenirs y en homenaje a Ángel Delgadillo, la silla donde pelaba a sus clientes sigue allí intacta y se puede entrar a visitar, incluso puedes sentarte en ella. Tienen café gratuito y el simpático familiar de Ángel (No recuerdo si era nieto o primo…) está encantado en contarte toda la historia como hizo con nosotros, un tipo muy alegre.

Seguimos unos cuantos kilómetros más hasta llegar al Gran Cañón, uno de los puntos más famosos de todo Estados Unidos. Pasamos por el control donde enseñamos nuestro Annual Pass una vez más y nos dieron unos mapas con lo que se puede ver por el parque. El plan era pasar tres días en él acampando en uno de sus campings y así hicimos. Al ser en plena temporada baja de invierno no tuvimos problemas en encontrar un lugar, solo unos locos como nosotros lo hacen en el mes de febrero rodeado de nieve, en verano es casi imposible a no ser que se reserve con bastante antelación. El precio de la parcela nos salió por unos 15 dólares por noche. Ese día aún teníamos tiempo de ir a ver el cañón tras poner nuestra tienda de campaña, llegábamos en el momento perfecto para ver el atardecer. La primera vez que llegas al borde del cañón -rim en inglés es el momento donde te das cuenta de lo que has venido a ver. Con la mandíbula caída empiezas a mirar al infinito cañón que se distribuye a lo largo y ancho de lo que da tu vista, es difícil fijarse en algo en concreto, complicado de abarcar con la mirada, ya tendríamos tiempo de observarlo más detalladamente durante los 3 días que disfrutaríamos de este increíble lugar.

Nuestra base en el Gran Cañón

Caminando por el borde de cañón nos cruzamos con un pájaro carpintero, le pillamos haciendo un agujero a la rama.n

La noche fue muy fría, demasiado para nuestros sacos de dormir de +5 grados de confort, cuando vimos la nieve que hay por el parque nos habíamos imaginado que iba a ocurrir. Con el fuego que hicimos se podía estar más o menos a gusto pero el problema fue por la noche cuando la temperatura descendió hasta negativo y eso lo veíamos en la escarcha que se formaba por la condensación en el exterior de nuestra tienda de campaña. Los pies y manos era lo peor que llevábamos, por muchas capas de calcetines que nos pusiéramos seguían estando congelados. En las horas mas frías mañaneras (a eso de las 5 de la mañana) no nos quedó otra opción que meternos en el coche, poner la calefacción a tope e irnos a ver el amanecer en un mirador con un café bien caliente. ¡Qué bien se está cuando se está bien!

Ver el amanecer mirando hacia la escarpada garganta del gran cañón es algo que toda persona debería de hacer al menos una vez en su vida, aunque cueste madrugar es algo para recordar para siempre (y no por el dolor que da levantarse tan temprano). Ver como el sol va iluminando y creando sombras en el interior del inmenso cañón es algo asombroso.

El cañón se ha ido formando con el paso cientos y cientos de años, teniendo gran parte de la culpa el río que pasa por él, el archiconocido río Colorado, una combinación que forma este especial territorio llamado meseta del Colorado, una meseta de gran superficie que se centra entre los 4 estados de New Mexico, Arizona, Utah y Colorado y que deja uno de los territorios más sorprendentes y especiales de todo nuestro planeta.

El día lo pasamos dirigiéndonos hacia el este conduciendo por la carretera que va por el rim (borde) del cañón. Al ser temporada baja puedes ir con el coche a todos sitios, normalmente lo cortan al tráfico y solo puedes ir con el autobús gratuito que ponen del parque nacional con la llegada de la primavera.

Buenos días!

Pasamos por las ruinas indígenas de Tusayan. En realidad, no se puede ver muchos pero con los carteles informativos te puedes hacer una idea de como era. Siempre es curioso saber que en este mismo lugar que tienes bajo los pies existía una civilización tan antigua, antes de que los llegaran los colonos.

Por el camino es bastante común cruzarte con animales, especialmente con ciervos mulos (mule deers). Suelen ir en grupos y muchas veces andan por las carreteras, sobre todo al caer la noche o al amanecer. ¡A nosotros nos tocó un grupo de unos 30 o 40 ciervos en mitad de la carretera! Tuvimos que esperar un buen rato mientras pasaban tranquilamente, un momento mágico para nosotros estar tan cerca de la fauna local.

Grupo de ciervos cruzando la carretera tranquilamente

Fuimos hasta la torre de Desert View  una torre que por dentro es una obra de arte de lo bonita que es, toda decorada de estilo indígena. Desde arriba se tiene una perspectiva más alta (evidentemente) de todo el cañón. El mirador es el que se encuentra más al este del todo el parque nacional de la parte del south rim.

Añadir leyenda

Por el rim existen innumerables miradores al cañón, nosotros fuimos parando poco a poco por ellos, hay que decir que la vista es similar en todos esos miradores cambiando solo un poco la perspectiva. Llegas a «empacharte« de miradores si abusas de ellos pero no queríamos perdernos ni uno de ellos.

El siguiente día, de nuevo con un día espléndido de sol, visitamos la parte oeste del cañón de south rim. Una vez más, una carretera junto al cañón con muchísimos miradores que en esta época podíamos conducir con nuestro propio coche. Es la parte más céntrica y turística del parque que termina en Hermist Rest, es donde acuden todos aquellos que solo disponen de un rato, echar la foto y seguir adelante con su viaje. En especial por el mirador que se encuentra cerca de su buen centro de visitantes, llamado Mather Point. Un mirador que se mete casi dentro del cañón donde todo el mundo quiere su foto en particular, por algunos sitios puedes acercarte más a donde poca gente llega (con mucho cuidado) y hacerte fotos sin esa valla fea a la vez que necesaria que funciona de quita miedos

Más al oeste te encuentras con el inicio de uno de los hikes más duros y famosos del parque, el llamado Bright Angel Trail. Un sendero que te lleva al fondo de cañón, a los mismos pies del Río Colorado, para el que se requiere un mínimo dos días. Un reto que decidimos no hacer ya que para ello a parte de los tres días de los que disponíamos en el parque tendríamos que añadir al menos un par de ellos más. Al final nos arrepentiríamos de no haberlo hecho ya que según nos cuentan, es algo que hay que hacer si te gusta el hiking, si lo hubiéramos sabido antes de llegar seguro que lo hubiéramos preparado, se requiere un permiso para acampar dentro del cañón… como siempre se dice, ¡será para la próxima vezsi la hay! Más adelante hay un mirador donde puedes ver desde arriba el camino del sendero que va haciendo zig-zags hacia las profundidades del cañón.

Bright Angel Trail

Siguiendo desde dicho sendero hasta Hermist Rest, otro de los lugares en los que puedes descender al cañón por un sendero. En este lugar decidimos hacer un corto descenso de un par de kilómetros, un sendero que cae empicado por unas escaleras naturales de piedra, duro para las rodillas pero reconfortante para la vista, al menos nos hicimos una pequeña idea de lo que podía haber sido descender hasta abajo del todo :). En nuestro camino de vuelta al camping fuimos parando de nuevo en cada uno de los miradores que hay en esta parte de la carretera, miradores como el Pima Point, Mojave Point, Hopi Point o Maricopa Point entre otros.

Para continuar con nuestro viaje de carretera nos fuimos hasta la famosa ciudad de la parte norte y alta de Arizona, Flagstaff. Una ciudad que tiene mucha gente como base de operaciones. Centrada entre muchos destinos de senderismo y deporte de aventuras se presenta como la parada perfecta con su atractivo centro lleno de bares con micro cervecerías y tiendas de montañismo. A decir la verdad, nos habíamos esperado más tras lo que nos habían contado, quizás fue por lo cansado que estábamos tras varios días sin parar por el gran cañón.

Mural en Flagstaff
La realidad de la que muchos no se dan cuenta
Flagstaff

Esa noche dormiríamos en Walnut Canyon National Monument, un lugar con antepasados indios donde aún se conservan los lugares donde vivían, un lugar conocido como cliff dwellings, es decir, un lugar bajo las formaciones rocosas del cañón Walnut donde podían protegerse de las lluvias o del intenso calor veraniego. Un cañón bonito, pero tras haber visto el Gran Cañón, se nos hacía algo pequeñito. Por allí pusimos nuestra tienda de campaña en otra noche fría fría antes entrar en los interiores del estado de Arizona donde bajaríamos de golpe de altitud y a una temperatura que nos permitiría dormir más a gusto. ¡Continuamos con nuestro roadtrip!

Para más info en español sobre todo lo relacionado a viajar por el Cón del Colorado pincha aquí.

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