Oaxaca /Guajaca/
Tocaba cambiar de ciudad, salimos a las 8 de la mañana desde Puebla con la intención de llegar a Oaxaca. Desde nuestro Hotel Reforma 2000 fue fácil llegar a la estación CAPU gracias a las indicaciones del recepcionista, es desde allí que salen los autobuses hasta Oaxaca.
‘Una furgoneta de flecha azul te deja a una calle de la estación’, nos indicó apuntando hacia fuera.
Al llegar, ya que estábamos en la calle, aprovechamos para comprar un par de tortas (bocadillos) en un puesto callejero a 10 pesos (menos de 50 cent.), eso sí, con dos pimientos chile gigantes que aún quitándolos antes de comer todavía dejó esencia picante suficiente como para decir: ¡¡Ayayayay!! Estos mexicanos están locos.
Ya en la estación nos quedamos con las cara desencajada, el autobús a Oaxaca acababa de salir y teníamos que esperar 2h30 para el próximo, además era el caro (4€ más pp).
¡Tiempo para irse a un bar a por un café y trabajar en el blog! Cada momento es bueno.
El viaje pasó rápido aunque fuera mucho, 5 horas y pico viendo documentales históricos que ponían en los televisores del bus, echando cabezadas, viendo el bonito paisaje montañoso y leyendo sobre Oaxaca. Una vez más tengo que decir que los autobuses de México son todo un lujo.
Desde la estación caminamos 2 km hasta nuestro hostal. De camino nos cruzamos con una fiesta local. Gente vestida de colores con una gran corona en la cabeza con las que daban vueltas de peonza al ritmo de los tambores, ¡vaya colorido!, ¡vaya música!, ¡cómo bailan! El lugar promete.
El hostal es más caro de lo que estábamos pagando (360 pesos) por una habitación doble con baño privado así que elegimos los dormitorios que no son mixtos así que tenemos que dormir en cuartos separados. Oaxaca no parece ser tan barato para dormir, al menos la ubicación es muy buena y tiene desayuno incluido.
Nos queda poco tiempo de luz y lo aprovechamos yendo al zócalo, el corazón de la ciudad donde todo el mundo se reúne y donde s encuentran edificios como su bonita Catedral de Nuestra Señora de la Asunción, el Templo de la Compañía de Jesus y el Palacio de Gobierno, aunque es más que nada un un lugar donde a la gente le gusta ver y ser vista.
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Cerca de allí se encuentra el Museo Textil, un museo gratuito interesante para pasar un rato aprendiendo de la forma de vestir de la región.
Otra lugar importante de la ciudad es la plaza donde se encuentra el impresionante Templo de Santo Domingo. Una plaza muy animada que me gustó más que el zócalo. Además, en una calle cercada había una especie de mercado callejero con productos locales. Aprovechamos para comprar aceite de oliva hecho en Oaxaca, el sabor fue de lo más especial, nos gustó y compramos una botellita. Soy de uno de esos españoles que siempre viaje con aceite de oliva en su mochila, al parecer no soy el único. ¿Te sientes identificado?
Callejeando un poco nos encontramos con una fiesta en la calle, es una clase de procesión donde vemos a los bailarines que vimos de camino al hostal. Todos van bebiendo cerveza y mezcal con bandas de música y muñecos gigantes que dan vueltas, nos hizo recordar al las fiestas de Ath en Bélgica. La gente nos ofrece cosas, de repente teníamos en la mano un vaso de mezcal (una especie de licor típico de Oaxaca) y una lata de cerveza. Si seguimos allí tenemos barra libre pero nos vamos pronto al hotel, estoy muy cansado de tanto ajetreo y no me siento muy bien, ¿será el mezcal?
A eso de las 2 de la madrugada me despierto con molestias en el estómago, fue el inicio de una noche de vómitos, sin poder dormir y maldiciendo la comida o bebida del día anterior, ¿qué habrá sido?
A la mañana siguiente sigo igual de mal, sumando diarrea y fiebre, estoy KO. El desayuno incluido se queda en la mesa, no puedo pensar en comida, toca pasar el día en la cama.
Perrine me compra unas medicinas contra la diarrea y las ganas de vomitar y se va a descubrir la ciudad sin mí. Yo me quedo en la cama intentando dormir lo que no dormí la noche anterior, parece ser que las medicinas van haciendo efecto poco a poco. Un día perdido, un día para olvidar. La primera vez que enfermo en este viaje. Perrine, tras darse una vuelta por la ciudad me trae fotos del Museo del Palacio Universum con unos murales espectaculares de Arturo García Bustos, qué envidia.
Arte callejero en Oaxaca |
Techo del edificio |
Monte Albán, las ruinas zapotecas
Al otro día ya me siento mucho mejor, toca salir. Decidimos ir a Monte Albán, unas ruinas zapotecas que se encuentran a 10 km de Oaxaca. Al ser ruinas y no haber pueblo cercano no va ningún camión público (autobús) y tenemos que hacer uso de un ‘bus turístico’ por 55 pesos ida y vuelta (2€ y poco). El camino es cuesta arriba, por algo tiene el nombre de Monte Albán. Son ruinas que se encuentran en lo alto de un cerro con unos paisajes de montaña muy bonitos. Las entradas son de precio estándar en México, los 65 pesos de siempre.
La verdad es que estas ruinas son una pasada, no son tan espectaculares como las de Teotihuacán pero tiene un entorno de montaña que las hace diferentes. Su plaza principal es un mantón verde impoluto que sirve de patio para andar entre las ruinas. Empezamos a meternos entre las pirámides esquivando vendedores y aprendiendo con los carteles informativos. Como siempre había vendedores ofreciendo sus figuras talladas a mano, al menos no eran tan molestos como los de los jaguares en Teotihuacán.
En la época precolombina, los zapotecas fueron la civilización más importante de Mesoamérica. Poblaron el sur de Oaxaca, el estado de Guerrero, parte de Puebla y el Itsmo de Tehuantepec. A diferencia de otras civilizaciones, ellos creían que provenían de las nubes, como si fueran hijo legítimos de los dioses. Ellos mismos se autodenominaban ‘Ben-Zaa‘, que en su idioma significa ‘gente de las nubes’.
Hierve el Agua, un paraíso en la tierra
No nos podíamos ir de Oaxaca sin haber visitado Hierve el Agua. Unas ‘termas’ en las montañas con la singularidad de sus cataratas petrificadas, algo que sólo se puede ver aquí y en Turquía.
– Como llegar por libre –
Para llegar por libre y evitar pagar el costoso tour salimos hacia la parada de ‘camiones’ que van dirección Mitla. Con la suerte de que una chica que trabaja en el hostal se dirige en coche hacia allí, nos evitamos unos 20 minutos a pie. Para llegar a esta parada lo mejor es preguntar en la calle, todos lo saben.
El autobús es verde y en su parabrisas pone bien grande ‘Mitla’, pueblo al que tenemos que llegar para tomar otro transporte a Hierve el Agua, nos cuesta 18 pesos a cada uno.
También está la posibilidad de ir en taxi colectivo(taxi compartido con otros) con un precio de 25 pesos. Merece la pena.
Nos damos cuenta de que el autobús es lento y nos arrepentimos de no haber tomado el taxi por tan sólo unos pesos más, tarda como 50 minutos. Una vez en Mitla nos bajamos en la parada del centro desde donde sale el transporte a Hierve el Agua, un cartel lo pone bien claro. Tenemos que esperar como media hora con una pareja mexicana que también se dirige hacia allí hasta que aparece uno. Se trata de una ranchera con una especie de plataforma de hierro en el maletero donde nos sentamos con tres chinos, dos canadienses mayores y 1 mexicano, la situación invita a conversar toda la hora que tarda el trayecto por un camino bastante malo y lleno de curvas pero con unas vistas espectaculares. Nos cuesta 50 peso pp, más de lo que nos habíamos esperado.
Al parecer este tipo de transporte va por el pueblo Xaapa por donde no cobran los 10 pesos que cobran si se pasa por la otra carretera de mejor calidad que pasa por San Lorenzo, estas cuotas es por el problema que existe entre los pueblos de la zona que reclaman su parte del pastel del éxito de Hierve el Agua. Hacer ese trayecto subidos detrás de ranchera nos da una sensación de aventura, no vamos cómodos en absoluto ¡pero nos encanta! Nos cuentan que en taxi colectivo cuesta también 50 pero pasa por San Lorenzo con lo que sale por 10 más. Llegando a Hierve el Agua toca pagar otra vez, esta vez 25 pesos pp por la entrada al parque.
¡Tras más dos horas y 93 pesos hemos llegado!
En el lugar existen los vendedores de siempre en casetas fijas con todo tipo de bebidas y comida a un precio un poco más alto que el normal. Bajando un corto camino se llegan a ‘las albercas’ con un cartel que te avisa con un ‘Albañarce no usar bloqueador‘, no puedo evitar sacar una foto.
El color de las pozas es muy bello. Son las 11 y todavía no hay apenas gente así que aprovechamos para hacer el sendero hacia abajo que nos llevas a las vistas de las cataratas petrificadas, ya volveríamos a las pozas con el sudor de haber andando bajo el sol, las cogeríamos con más ganas.
El sendero no es complicado y en 10 min o así estás debajo de las cataratas. Es extraño saber que algo así se ha formado naturalmente debido a los minerales del agua. Son como estalactitas que cuelgan en forma de cataratas, es una vista muy peculiar y más por el precioso entorno de montañas verdes. En este punto se puede volver pero también se puede seguir el sendero 20 minutos más en forma circular, un sendero que vuelve por donde están los puestos, por el sendero se ven dos cataratas más pero más pequeñas y por ende, menos espectaculares.
El sol empieza a apretar como también el calor, el momento ideal para nadar en las pozas. Al llegar vemos que hay mas gente, es domingo y se ven muchos mexicanos domingueros echando el día. Al meter los pies me llevo una sorpresa, ¡el agua está muy fría! Eso de Hierve el Agua no será por lo caliente del agua…
Por los alrededores de la poza se puede ver como sale el agua a presión burbujeando desde suelo.
Comemos en los puestos y esperamos a que la ranchera se llene para volver a Mitla, esta vez lo hacemos con otros tres simpáticos mexicanos que también andaban de vacaciones.
En Mitla nada más bajarnos hay taxis colectivos esperando para ir al centro de Oaxaca, por 25 pesos aceptamos. Por cierto, en este pueblo también hay una zona arqueológica bastante famosa.
Nuestro autobús nocturno hacia San Cristóbal de las Casas sale a las 9 de la noche así que nos da tiempo a relajarnos en el hostal donde nos dejaron dejar las mochilas gratuitamente durante el día. El trayecto será de 11 horas y llegaríamos para las 8 de la mañana a San Cristóbal, ¡perfecto!
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