¿Sientes curiosidad sobre qué se puede ver en Viena? Entonces quédate por aquí. Desde Bratislava cogimos un tren hacia Viena, cuyo trayecto duró una hora. Estas dos capitales guardan una curiosidad, Bratislava y Viena son las dos capitales que se encuentran más cerca una de otra en todo el mundo, después de Brazzaville y Kinsasa.
Viena se trata de una de esas ciudades que todo el mundo quiere conocer y aprovechamos su cercanía con los Balcanes para poder visitarla durante algunos días. Aunque no forme parte de la península balcánica, donde se centraría nuestra ruta de 2 meses, sí que ha formado parte de su historia y evolución con el imperio austrohúngaro, con Viena como capital. Una ciudad donde todo es a lo GRANDE… la grandeza que en su día dejó dicho imperio.
Nos preguntábamos si Viena sería una de esas ciudades increíbles como lo son Londres, París, Praga o Budapest, ya os puedo adelantar que sí, superando por mucho nuestras expectativas. A continuación os contamos nuestra experiencia.
🛏️ Alojamiento a las afueras de Viena
El día anterior reservamos nuestro alojamiento desde Bratislava, situado un poco a las afueras de Viena. Dormir en esta ciudad es caro de coj***, incluso en un hostal en una habitación compartida. El lugar elegido fue el hostel Hütteldorf. Lo más recomendable es reservar con tiempo, pero nosotros, al ser una ruta larga, íbamos un poco improvisando. Viena es de las ciudades más turísticas del mundo, ocupando el quinto puesto mundial de ese ranking, no es ninguna tontería.
Llegamos a Viena por la tarde, ya que salimos un poco tarde de Bratislava (por el resacón, más que nada). Al principio, andábamos un poco perdidos con el tren y metro para llegar al alojamiento, pero al final lo conseguimos preguntando. No íbamos muy preparados y apenas teníamos información. Nos instalamos en el hostal, que compartíamos con una danesa de 75 años, un saudí, un japonés y algunos ingleses, un grupo multicultural y de todas las edades.
Qué ver en Viena (2/2):
Centro de Viena por la noche
Salimos al centro de Viena en metro, estábamos a media hora más o menos de distancia y la parada la teníamos a un paseo. Cuando salimos a la superficie del centro de Viena, nos quedamos impresionados por todo lo que nos rodeaba, con edificios impresionantes por todos sitios. Ahora entendíamos la gran fama de esta ciudad europea.
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Se hacía de noche, pero las calles estaban a rebosar de gente. Simplemente nos limitamos a pasear por las calles más centrales sin mirar el mapa, ya visitaríamos mejor todo durante los días siguientes. Esto nos serviría, más que nada, como toma de contacto. Cruzamos la calle de las tiendas, la Kärntner Straße, donde hay todo tipo de tiendas de lujo y souvenirs con mucho ambiente.
Cuando pasamos por la gran catedral de San Esteban, nos pararon para ofrecernos entradas para ver una ópera que se celebraba esa misma noche. Viena es muy conocida por sus óperas y hay muchas posibilidades para hacerlo. Sin embargo, nuestro presupuesto, por desgracia, no nos lo permitía, incluso dándonos un precio más bajo al vernos apurados, era demasiado para nosotros. Si quieres ir a un concierto en la iglesia de San Pedro, aquí lo puedes hacer desde 37 € (niños gratis), sin duda que será toda una experiencia.
Seguimos paseando y vimos unos edificios tremendos iluminados, como el precioso Rathaus (Ayuntamiento), el palacio Hofburg, el parlamento… de los que hablaré más adelante en este artículo.
Cenamos en una de las pizzerías más famosas de Viena de la calle Kärntner Straßey y nos fuimos a coger el metro de vuelta al hostal donde socializamos un poco con nuestros compañeros de habitación. La danesa de 75 años nos contó como siempre había viajado desde su juventud haciendo autostop y que Viena ha cambiado mucho desde la primera vez que la visitó. Según ella, todavía hay lugares en Viena que no se han recuperado del todo de las guerras y que no es todo tan bonito de como luce el centro. Se la veía una enamorada de esta ciudad. Es raro ver a gente de su edad alojándose en un hostal, pero, ¿por qué no?
El saudí nos ofreció todo tipo de comidas. Estaba en Viena por trabajo y su empresa le pagaba la noche de hotel. Él prefería dormir en un hostal barato y gastarse el resto del dinero, que normalmente era para el hotel, en otras cosas, ¡un tío listo!
A partir del siguiente día, intentaríamos conocer las zonas y edificios más significativos de Viena, nuestra lista particular de sitios que hay que ver en Viena lo repartimos en este y el siguiente post.
🎁 Viena Pass
En el siguiente enlace de Civitatis podrás reservar esta tarjeta que te dará acceso a más de 70 atracciones de la ciudad. Créeme que te sale a cuentas. En Viena hay mil sitios a los que entrar y las entradas no es que sean algo barato. Al sacarte esta entrada podrás tener la comodidad de ir a a los puntos más importantes sin tener que preocuparte de sacar la entrada y de lo que te pueda costar, la tarjeta te lo cubre. A continuación lo puedes reservar muy fácilmente y de forma segura:
Palacio Schönbrunn, qué ver en Viena
El día 2 en Viena lo dedicaríamos entero a conocer Viena y su historia, el día empezó en el desayuno buffet del hostal, el cual aprovechamos bien. Nuestra primera parada sería el Palacio Schönbrunn, bajándonos en la parada de metro con mismo nombre: “Schönbrunn”, la cual se encuentra un poco alejada del centro.
¡Pumpachun! es la palabra que me sale para describir lo que nos encontramos: cientos de personas en la entrada del palacio que hacían cola para comprar las entradas (muy caras por cierto), toda una odisea. Hoy en día se puede hacer online aquí. ¡Había muchísimos españoles por todos sitios!
El Palacio de Schönbrunn es una visita imprescindible en Viena y, a pesar de su precio, hay que hacerlo. Es una de las principales atracciones de Viena y fue nombrado Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO en 1996. Del estilo rococó y con jardines muy bien cuidados, fue casa de los Habsburgo por muchos años, por lo que fue un edificio importante del imperio austro-húngaro.
Uno de los personajes en los que se centra la historia de este edificio es la emperatriz Sissi (Isabel de Baviera), con la audio guía que se incluye en el precio de la entrada (faltaría menos) pudimos aprender bien sobre cómo vivían y para qué se utilizaban las diferentes habitaciones del palacio. Por desgracia, está prohibido hacer fotos en su interior (al menos cuando lo visitamos). También existe un tour específico de Sissi para enterarte de todo en detalle.
Hay varios tours para hacer y nosotros escogimos el Tour Imperial, que es más corto que otro que hay, pero también algo más barato. Una pena que estuviera tan lleno de gente, era muy agobiante en ocasiones, así que no se estaba muy a gusto que digamos. Te recomiendo venir lo antes posible.
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Por fuera del palacio en sí, te encuentras con un jardín muy extenso con muchas estatuas por los alrededores. Al otro lado opuesto del palacio, está la Glorieta, otro edificio alucinante desde donde se puede tener una vista magnífica de todo el palacio, un sitio espectacular.
Karlskirche / San Carlos de Borromeo
Sin perder mucho el tiempo, nos fuimos directos a la parada de metro para seguir nuestro camino, nos íbamos al centro-sur de Viena. Saliendo en la parada de Karlsplatz, nos dirigimos a la iglesia con el mismo nombre (Karlskirche), en español conocida como Iglesia de San Carlos de Borromeo. Este puede que sea uno de los edificios más bonitos de Viena, a mi parecer. Con sus dos columnas de la entrada y la gran cúpula con su particular estilo barroco combinado con otros, hace que esta iglesia se convierta en un orgasmo visual, que pudimos disfrutar sentados en la fuente que se encuentra en la misma plaza. Mucha gente hacía lo mismo, el sol que hacía en la plaza era muy agradable.
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En el interior de la iglesia se pueden observar diferentes frescos, sobre todo los del techo sobre los apóstoles del tal San Carlos de Borromeo, persona que fue arzobispo de Milán y héroe de la epidemia de la peste, allá por el siglo XVII. La iglesia se terminó en el año 1737.
Museo Albertina y estatua de Mozart
Seguimos a pie para adentrarnos en el centro de Viena, con la ayuda del mapa de la ciudad fuimos callejeando para llegar a los sitios que queríamos ver. Pasamos por otros edificios impresionantes, como el Museo Albertina (de fama mundial), el cual alberga una de las colecciones gráficas más extensas del mundo. Desde uno de los edificios de por allí, se tenían buenas vistas de los alrededores. Por allí también nos encontramos con la estatua de Mozart, personaje bandera de la ciudad.
Palacio imperial Hofburg
Otro de los edificios claves de la capital austriaca es este mastodonte, el Palacio de Hofburg, el más grande de toda Viena. Este lugar fue hogar de la dinastía de los Habsburgos durante más de 600 años. Vivían en este palacio en invierno y en verano preferían vivir en el otro gran palacio, el Schönbrunn.
Actualmente es hogar del presidente de la República de Austria. Esta amplia zona también alberga el Museo de Sissi y la Platería de la Corte, además de la Biblioteca Nacional Austriaca, una iglesia e incluso una escuela de equitación española.
Nosotros nos conformamos con visitarla por fuera, ya que decidimos visitar el palacio Schönbrunn en lugar de este. El precio de las entradas es muy alto y no podíamos permitírnoslo, razones suficientes para volver algún día.
Los museos gemelos
Pasamos por los dos museos gemelos, dos museos iguales por fuera, aunque diferentes por dentro. Estos dos edificios enormes parecen estar en un espejo, uno frente al otro. Además, en el centro hay una gran estatua. Estos museos son el Museo de la Historia del Arte y el Museo de Historia Natural. Aunque no entres a los museos, ¡es un lugar digno de admirar que incluimos en sitios que ver en Viena!
Rathaus (Ayuntamiento)
El Ayuntamiento es otro de esos edificios que no te puedes perder en una visita a Viena. Un edificio de gran tamaño que impresiona cuando lo ves. Es de estilo gótico y fue diseñado por Friedrich von Schmidt y construido entre 1872 y 1883. En lo alto de la torre se encuentra el Rathausmann, uno de los símbolos de Viena que hay que ver en Viena.
Frente a este Ayuntamiento, está el parque Rathauspark, por el que pudimos andar un rato para llegar hasta allí. Por desgracia, en ese día había un concurso de caballos y estaba todo lleno de puestecillos, haciendo difícil poder sacar una buena foto de todo el edificio. Sin embargo pudimos comer barato en alguno de esos mismo puestecillos que había, no hay mal que por bien no venga. Para llegar aquí se puede hacer tras un largo paseo a pie o cogiendo el metro hasta la parada Rathaus, de la línea que va por la periferia de la ciudad.
Perderse por el centro de Viena
Por lo demás, ese día volvimos al centro para andar por allí y mezclarnos con el ambiente austriaco, visitando tiendas y comiendo bien. Es una ciudad donde aburrirse es imposible y donde puedes estar horas y horas vagando por sus calles. Cuando nuestras piernas nos dijeron basta, volvimos al hostal a descansar. El siguiente día sería también para machacar las piernas, en el que visitaríamos otros lugares imprescindibles de la ciudad.
Continuará…
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