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Roadtripeando entre Alaska y el Yukon cerca del círculo polar ártico

Aún con agujetas, era propicio subirse al coche y hacer kilómetros por las bastas y vírgenes tierras de Alaska y Yukon. Para ello teníamos que subirnos con nuestro coche a un ferry que nos llevaba a Haines, una pequeña localidad alaskeña. Decíamos adiós a Skagway, que aunque sea una ciudad turista, sus bonitos paisajes pudieron con nosotros. Nuestro primer lugar en Alaska no se borraría fácilmente de nuestra memoria.

Haines (Alaska), otro rollo

 

El viaje en barco tampoco nos decepcionó. Sobre un agua turquesa, el barco atravesaba montañas llenas de cataratas que caían directamente al mar, un camino de una hora mas o menos hasta que llegamos al pequeño puerto de Haines.

Vistas desde el barco
Gente relajándose en el barco

El puerto se encuentra a algunos kilómetros del centro de Haines. Una putada para aquellos que no tienen transporte propio.Para llegar a Haines o tienen que tomar un costoso taxi, andar mucho o hacer autostop.

La vista que se tiene llegando al pueblo es otra de esas postales que ofrecen estas latitudes. Haines se ve diminuta bajo una gran cordilleras de montañas nevadas que se alzan a sus espaldas. La diferencia con Skagway es bestial, mientras en Skagway todo es alboroto y ‘vive la vida loca‘ en sus calles, Haines es pura tranquilidad, esa tranquilidad que me imaginaba de esta región y que concuerda más con sus alrededores. 

Vistas desde Haines

En alguna de sus tiendas se puede leer carteles hablando mal de Skagway, dicen que ellos no se han vendido al mundo turístico de los cruceros y que están orgullosos por ello.

Parece haber cierta rivalidad.

Nos dimos una vuelta por su parte que da al mar donde pudimos ver muchas águilas de cabeza blanca sobre nuestras cabezas, está lleno de ellas, y es que no muy lejos hay una especie de reserva de estas aves insignia del país americano. 

Su puerto está a rebosar de barquitos, la mayoría de lugares de por aquí como Skagway o Juneau son sólo accesibles por agua con lo que se convierte en un medio de transporte bastante útil. Por carretera está rodeado por Canadá.

Lo malo de este lugar son sus precios, entramos el único supermercado y nos llevamos las manos a la cabeza, los precios son exageradamente altos, no sé como la gente aquí puede sobrevivir, supongo que irán a Whitehorse a hacer sus compras semanales o mensuales… compramos lo básico para sobrevivir. Tras callejear un poco salimos del pueblo hacia el norte no sin antes llenar el tanque de gasolina, la gasolina en Estados Unidos es mucho más barata que en Canadá. 

Por accidente nos dirigimos en dirección de Mud Bay, no nos importó porque resultó ser un camino muy bello. Desde Mud Bay fuimos de nuevo por Haines hacia el norte, por donde entraríamos de nuevo a nuestra querida Canadá. El camino, una vez más, era un paraíso de montañas por todos sitios sin casi gente con la que nos cruzáramos, es como si estuviéramos en solitario ante la naturaleza, algo que da respeto pero que da una sensación especial, de tú a tú. Condujimos junto al Río Chilkaat donde se encuentra el refugio de águilas de cabeza blanca, por el camino hicimos como 20 paradas para admirar el espectáculo y sacar alguna foto. 

Cruzaríamos la frontera por un lugar llamado Pleasant Camp, donde un oficial de aduanas se aburría y no paraba de contarnos bromas. Lo que siempre preguntan cuando cruzas de un país a otro por carretera es si llevamos algo de fruta o verdura, suelen confiar en tu palabra. Suele ser bastante rápido y no hay ni que bajarse del coche.

Kluane National Park (Canadá). Nos quedamos con las ganas

Desde este punto teníamos a la izquierda de la carretera nada más y nada menos que a Kluane National Park. Un Parque Bi-nacional que es patrimonio mundial por la UNESCO, en un terreno de naturaleza compartido con Alaska donde se completa con lugares como Wrangell St Elias National Park & Preserve, Glaciar Bay National Park y Tatshenshini-Alsek National Park. Es considerado una de las tierras protegidas más extensas del mundo.  Aquí se encuentran los picos más altos de todo el país canadiense, siendo el más alto el Monte Logan, con 5900 metros de elevación. Kluane National Park es un lugar muy poco accesible, para acceder a su interior para ver glaciares y picos nevados lo mejor es verlo con un costoso tour en helicóptero aunque también existen algunas rutas de senderismo y alpinismo por su periferia que te permite entrar y tener una pista de la grandeza de este parque nacional. El 83% de su superficie es habitada por glaciares y montañas. Es hábitat de 120 especies de aves, la mayor concentración de osos grizzlies, caribús y muflones de Dall (carnero).

Es un lugar donde siempre han habitado indígenas (first nations) de las tribus Kluane, Champagne y Aishihik. A pesar de ser área natural protegida y tras años de lucha por parte de los indígenas a los cuales se les quitó el derecho de recolecta y caza en esta extensa región, consiguieron que se hiciera una excepción y que los indígenas de estas tribus pudieran cazar y vivir de los recursos naturales de los que tanto dependen. Son ellos los que han vivido aquí antes que ningún otro grupo ético.

Seguimos con paisajes impresionantes y decidimos dormir en nuestra minivan en un área de descanso ya que llegó una tormenta muy fea que traía mucha lluvia, es molesto conducir así. Por la mañana saldríamos muy temprano y todavía con mucha lluvia hasta llegar a Haines Junction, una localidad algo más grande de las que habíamos visto últimamente. El día era muy feo y nuestra idea de hacer senderismo por Kluane se estropearon. Fuimos al excelente centro de visitantes de Kluane National Park de Haines Junction, el mejor lugar para informarse sobre lo que hacer en este parque nacional. Es un centro modernísimo, con mucha información y con un vídeo de introducción espectacular. El vídeo no hizo casi llorar, ¡qué cosa más bonita de lugar!

La predicción del tiempo era mala para los próximos días, una auténtica pena. Nuestra idea era hacer un sendero de varios días que nos llevaría a uno de los glaciares más espectaculares de Kluane llamado Kaskawulsh Glacier, cosa que tuvimos que descartar. Robo esta foto para mostraros lo que hubiéramos visto:

Foto sacada de Shutterstock

Le dimos una oportunidad al día para algo corto y nos fuimos por la mítica Alaska Highway que tomamos desde allí dirección norte hasta el Lago Kluane para ver se podía hacer algo, lugar cerca de Destruction Bay. Aquí no hay nada que hacer, la lluvia persistía y las montañas estaban todas totalmente tapadas... Una pena porque es uno de los lugares más conocidos para hacer caminatas.

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Debíamos seguir hacia adelante, no podíamos esperar 3 días al buen tiempo por desgracia. Apuntamos Kluane a nuestra lista de cosas por ver en una posible vuelta, algún día… 

Por la Alaska Highway, de nuevo en Alaska

Muchos kilómetros en poco tiempo, había que aprovechar el mal tiempo y avanzar en la ruta. Y vaya putada de ruta, lo peor empezaba en Burwash Landing, un hombre en la gasolinera nos avisó.

– Llena el tanque, comprueba los neumáticos y prepárate mentalmente para la carretera que viene. – nos comentó.

Me parece raro que en un país tan avanzado como Canadá existan carreteras tan malas como esta, carreteras de tierra llenas de socabones con ‘a veces’ trayectos de asfalto. Parecían estar trabajando en ello, supongo que con el invierno tan duro que hay por aquí es difícil mantenerlas en buenas condiciones. 

El paisaje por estos lares ya no era tan espectacular, aunque sí especial, cada vez nos acercábamos más al circulo polar ártico y eso se notaba en la vegetación, todo estaba lleno de unos pinos finos y bajos. El coche acabaría hecho mierda cuando llegamos a Beaver Creek, con la arena mojada y los charcos el coche acabó con una capa de barro.

Por Beaver Creek, última localidad canadiense de la Alaska Higway, llegábamos a la tercera frontera que hacíamos entre Alaska y Canadá (no sería la última).En Beaver Creek nos encontramos con una curiosa iglesia de estilo desconocido para nosotros y hablamos con la mujer del centro de información para que nos diera información de la carretera que íbamos a hacer.

De nuevo nos hacíamos fotos con el cartel de bienvenida a Alaska, los carteles de bienvenida son diferentes según por donde entres. Esta es la más popular ya que es por la que llega la mayoría de los viajeros que viajan por toda la Alaska Highway. Detrás del cartel hay muchas pegatinas de gente que empieza o termina el popular viaje de ir desde Alaska a la Patagonia o viceversa. Muchos blogs que apunté para cotillear un poco.

Con una nalga en Alaska y otra en Canadá

La carretera parecía haber mejorado algo pero no demasiado. Antes de llegar a Tok encontramos un camping cerca de un lago que es totalmente gratuito llamado Lakeview Campground, mantenido por la gente de Tetlin Animal Refuge. Me sorprendió que aún quedaran plazas libres, era ya tarde, ventajas de viajar en temporada baja supongo. En pleno verano debe de ser diferente. En el camping recolectamos madera para hacer un fuego y nos calentábamos mientras hacíamos de comer. En el lago hay un mirador desde donde se pueden observar los pájaros y los castores del lago, era pura tranquilidad. Por el sendero que te llevaba al mirador había carteles que nos advertía de encuentros con osos negros en la zona. Nosotros siempre íbamos acompañados de nuestro spray antiosos por lo que pudiera ocurrir.

Tok y Chicken (Alaska), por carreteras de buscadores de oro

A la mañana siguiente nos dirigimos a la ciudad de Tok, la ciudad de los perros de trineo de Alaska… y poco más. No sé lo que nos esperábamos de Tok, pero la verdad es que tiene poco que ofrecer. Aprovechamos de que disponía de supermercado (caro), gasolineras y lugares en los que comer y nos fuimos. Por la calle que atraviesa la ciudad se ven varias tiendas donde venden oro, por aquí cerca existen varias minas activas, es algo que se sigue haciendo aunque parezca mentira.

Desde Tok nos desviamos hacia el norte por otra bonita carretera por la que pasa el mítico Fortymile River, afluente del río Yukon. Algo así como el Klondike, incluso más antiguo que este ya que encontraron oro en el 1986. Fue un lugar donde se ha encontrado mucho oro en su mejor época. Nos acercamos al río y vimos el extraño color rojizo que tiene, color debido a causas naturales. La gente que venía hasta aquí a buscar oro sin carreteras ni ningún tipo de facilidad, vivía de la caza y soportaban nubes de mosquitos o temperaturas inhumanas, me parece algo increíble como un hombre puede aguantar tanto para ‘hacerse de oro’. Muchos morían. En esos momentos me estaba leyendo un libro de Jack London sobre supervivencia en estas latitudes llamado ‘La llamada de lo salvaje, un libro muy recomendable e igual de bueno o mas que su otro libro bestseller, Colmillo Blanco. 

Dirección Chicken

Por una carretera que nos hacía sentir que estábamos en el final del mundo (prácticamente lo estábamos) llegamos a la remota localidad minera de Chicken. Un lugar donde se reparten algunas casas con una población de menos de 20 personas. Existe  una tienda de souvenirs con camisetas con pollos, donde también venden maquinas y bandejas para buscar oro y pepitas de oro para regalar. También tienen una gasolinera y algún bar de copas estilo saloon. Solo faltaban algunos vaqueros en sus caballos para sentirnos en el lejano oeste.

Material para conseguir oro

Se puede buscar oro gratuitamente si se quiere, nosotros ya lo intentamos hace algunos años cuando estuvimos en Arrowtown, Nueva Zelanda, sin mucha suerte. No tenemos mucha paciencia para ello.

Top of the world highway

Desde allí tomaríamos la famosa carretera Top of the world highway’. Una de las carreteras fronteriza a mayor latitud del mundo por la que pasaríamos de nuevo a Canadá. Desde Chicken pasamos por minas de oro activas en un camino de tierra que nos seguía llevando hacia el norte. ¡Sería el cuarto paso fronterizo que hacíamos entre Alaska y Canadá! 

Lugar donde aún buscan oro actualmente
Parte pavimentada en la parte de Alaska de la Top of the world highway

La carretera de unos 120 km y que solo abre en los meses de verano empieza en Jack Wade y pasa por montañas desde donde se ve a mucho kilómetros de distancia hasta llegar al Río Yukon, ya en Dawson City. Es una carretera creada en el 1955 que actualmente está pavimentada a cachos, la mayoría de su longitud es de tierra. Esta frontera es la que más sensación nos dio de encontrarnos en mitad de la nada. Carreteras solitarias por la que solo pasan locos como nosotros. Estábamos maltratando el coche demasiado, espero que no nos pasara factura más adelante.

Vistas desde la Top of the world highway

Top of the world highway
Cuarta frontera diferente por la que entrabamos o salíamos de Alaska, esta por la región del Río Fortymile

Esta carretera nos llevaría a uno de los destinos más esperados de esta ruta, Dawson City y su Klondike. Antes pasaríamos la noche cerca de la carretera donde recibimos la visita de un zorro mientras cocinábamos palomitas de maíz, ya veis, el olor de las palomitas de maíz es irresistible para todo el mundo. Perrine dio un salto y de repente se metió en el coche donde yo descansaba. Cogimos las palomitas de fuera y esperamos a que el zorro se marchara, parecía que no quería irse sin sus palomitas y paso un buen rato hasta que se fue decepcionado.

El visitante

 

Dawson City

Para llegar a Dawson City teníamos un gran obstáculo, debíamos de cruzar el gran Río Yukon. Para ello existe un servicio de un barco que se dedica a llevar coches, caravanas o lo que fuera de una orilla a otra de forma gratuita. ¡Lo que más me sorprendió es que fuera gratuito!. Una vez que cruzas el río has terminado oficialmente la Top of the world highway, ¡vaya viaje!

Tocaba apalancarse unos días en Dawson City (no confundir con Dawson Creek de Brtish Columbia), estábamos en la ciudad donde todo el mundo quería llegar viviendo una autentica travesía para estar aquí, donde se encuentra el afluente Klondike. El sueño americano donde muchos se hicieron de oro y otros volvieron más pobres de lo que eran. Para nosotros había sido más fácil pero respiramos ese olor a aventura, aunque fuera una pizca.

El lugar es un ejemplo de ciudad creada por norteamericanos de la época de finales de 1800. Calles de tierra y casas estilo ‘lejano oeste’ donde hoy en día se reparten hoteles, casinos y lugares turísticos entre los habitantes de la ciudad. Una población que se multiplica en verano y que es casi fantasma en invierno.

Nuestros objetivos eran sobre todo conocer un poco más de la fiebre del oro y sus minas, seguir las huellas de Jack London, ver algún show de cancan y tener ante nuestros ojos al mítico Klondike.

Lo primero que haríamos sería ir a visitar la casa museo donde se alojó Jack London. Un pequeño museo con fotos, información y colecciones de libros de él. Al lado estaba la cabaña en la que se alojaba tras haber conseguido completar, no sin dificultades, la ruta desde Skagway, pasando por el Chilkoot Trail y navegando por el Río Yukon donde fue atrapado por el invierno. Su libro más conocids es si duda ‘Colmillo Blaco’ que muchos sólo conocen por su película. Hizo otros grandes viajes por el Pacífico de los que posteriormente escribió. Terminó sus días de vida en su casa de Oakland, en la Bahía de San Francisco. Hablando con la encargada del museo nos contó que hace unos días había pasado la bisnieta de Jack London buscando pistas sobre su abuelo, chica que tenía genes de él ya que se dedica a viajar por el mundo. Esta mujer también nos contó que su marido trabaja buscando oro, que aunque no se hagan ricos con ello, sí que les alcanza para vivir bien. Como veis, lo de los buscadores de oro es algo que aún se sigue practicando aunque no tanto como antiguamente.

Jack London museum

Libros sobre muchos temas de Canadá

Tuvimos la suerte de que junto al Río Yukon se celebraba una fiesta donde toda la gente estaba invitada. Teníamos hamburguesas y postre gratis, todo lo que pudieras comer, ¡nos supo a gloria! Allí coincidimos con una pareja de franceses que viajan en bicicleta a los cuales conocimos en mitad de la Top of The world Highway cuando no pararon estando en nuestro coche porque necesitaban agua, les dimos todo lo que teníamos, ellos lo necesitaban más que nosotros. Estaban muy agradecidos cuando los vimos en la fiesta. Creo que iban hasta la Patagonia, sólo habían empezado…

¡Comida gratis!

Se puede decir que Dawson City es la ciudad más animada y divertida de todo el Yukon, en cierta medida, aún guarda esa magia de principios de 1900. Lo confirmamos cuando entramos en su casino, ‘the place to be’ en Dawson City. Pagando un abono que se puede utilizar todo el año (era barato) teníamos acceso al casino y a los 3 shows del escenario donde unas atractivas chicas bailaban el famoso can-can, el baile típico de las faldas tan famoso de la zona. Pasamos toda la noche por allí y nos llevamos un buen dinero jugando a la ruleta rusa como hicimos ya en Las Vegas meses atrás. Salimos a eso de la 1 de la madrugada y aún había luz, ¡que sensación más extraña! El solsticio estaba muy cerca.

Con luz a la 1 de la madrugada
Can-can show

Para unas vistas de Dawson City, el Klondike y el bonito Yukon River nos fuimos hasta las alturas de una colina en coche, las vistas son simplemente maravillosas. Veíamos como el Klondike estaba todo removido de tanto buscar oro, lo han explotado a base de bien.

Vistas al Río Yukon

Desde allí bajamos hasta la carretera que va junto a Bonanza Creek, un área donde aún existen muchas minas activas y otras que fueron abandonadas las cuales se pueden visitar pagando una entrada. En alguna de ellas puedes buscar oro gratuitamente.

Demspter Highway, hasta los confines de la tierra

Tras unos días de tranquilidad y poco coche nos fuimos más al norte, a lo máximo que llegaríamos en este viaje. Por el camino vimos a alces, zorros y otros animales no identificados, es la ventaja de salir bien temprano. A algunos kilómetros de Dawson City empieza la carretera Demspter conocida por ser unas de las mayores aventuras de Canadá. 

Es una carretera de 737 kilómetros totalmente de tierra que te lleva hasta lo más alto posible del continente americano llegando a una localidad indígena llamada Inuvik, ya en la provincia de Northwest Territories, algo que nos atraía mucho. Por falta de tiempo (teníamos que llegar a Columbia Británica en algunos días para empezar a trabajar) y miedo a que el coche no aguantara decidimos hacer sólo hasta llegar a Tombstone Territorial Park, como a unos 60 kilómetros del inicio del Demspter.

Tombstone Territorial Park, la Patagonia del norte

Llegamos al centro de visitantes de este alejado lugar. Nos habían hablado maravillas de este parque y aquí estábamos. Un ranger del centro, aburrido por la poca gente que había, nos recibió con una taza de té por cortesía de unas hierbas que había recogido esa mañana. Su acento delataba que venía de la parte francesa de Canadá, al este del país. Nos dio información sobre las rutas que se podían hacer, una de ellas es un imprescindible, su nombre es Grizzly Lake Trail, una ruta que se puede hacer en 2 o 3 días que teníamos pensado hacer pero nos contó que aún queda mucha nieve llegando al lago. Lo que sí se podía hacer es un día ida y vuelta hasta cierto punto. Nos conformaríamos con eso. 

El día era maravilloso, disfrutamos la caminata como pocas veces. Viendo el espectacular paisaje entendía porque la llaman la Patagonia del Norte aunque no haya estado nunca en la Patagonia. Es una subida bastante dura pero es muy bonito, la línea de árboles acaba pronto con lo que se tienen vistas durante casi toda la ruta.

Tras pasar el punto más alto de la ruta llegamos a los parches de nieve, nieve muy blanda que hacía un poco peligroso caminar sobre ella. Finalmente llegamos a un punto donde ya no podíamos avanzar, nuestros pies se hundían en la nieve blanda y no sabíamos que había debajo, no queríamos arriesgarnos.

La Patagonia del norte

A la vuelta de la caminata coincidimos de nuevo con los 3 alemanes jóvenes que nos encontramos por el Chilkoot Trail. De esas personas que te encuentras una y otra vez.

Para dormir fuimos a un camping cerca del centro de visitantes donde podíamos cocinar en una cabaña anti-osos (y mosquitos en cierta medida).

Al día siguiente fuimos más al norte a ver el reto del parque hasta Two moose Lake donde nos fuimos la vuelta. Decidimos hacer otra caminata no demasiada larga. De repente llegó una tormenta con truenos y relámpagos que nos hacían temer lo peor, nos pillaba casi en lo mas alto donde casi llegábamos a la vista del otro lado. Primero fue granizo que golpeaba en nuestras cabezas violentamente, luego siguió una lluvia torrencial que mojó cada partícula de nuestro cuerpo, no nos imaginábamos que podría ocurrir algo así, el pronóstico del tiempo era de sol sin nubes, no íbamos preparados. Corrimos de vuelta hasta llegar a nuestro coche donde pusimos la calefacción y nos cambiamos de ropa, hacia frío. Hasta la ropa interior estaba totalmente empapada de agua, nos recordó a nuestro hike porZion National Park, unos meses atrás.

Llega la tormenta

De nuevo hacia Whitehorse

Ese mismo día nos fuimos dirección Whitehorse para completar el círculo. Para llegar aún nos quedaban 600 kilómetros en un camino con menos atractivos ya que es bastante plano. Pasamos por pueblos como Stewart Crossing (desde donde se va a Mayo) Pelly Crossing, un mirador a los rápidos de Five Fingers, Carmarcks o el inmenso Lago Laberge.

Fue a la altura de Pelly Crossing que vimos a nuestro primer oso grizzly, el cual estaba en la cuneta de la carretera comiendo flores moradas. Es enooorme y se distingue por su color mas marrón, su tamaño y su bulto pronunciado en la espalda.

Esa noche dormiríamos una vez más con nuestro coche en el parking de Wallmart donde incluso teníamos Wifi y al lado había un Starbucks y Tim Hortons. No habíamos visto una ciudad con supermercados baratos o cadenas de restaurantes desde que empezamos la ruta yendo a Skagway. Lo primero que hicimos fue ir al Superstore y comprar todo lo que nos hacia falta, estábamos bajo mínimos.

Así quedo el coche tras la ruta

Adiós Yukon, hola problemas

Al día siguiente debíamos avanzar, teníamos que llegar a Revelstoke para empezar a trabajar en un hotel en algunos días y aún nos quedaban 2200 kilómetros por hacer, lo haríamos en varios días para que no se hiciera demasiado pesado. Canadá es gigaaante.

Los caminos infernales pero asombrosos del Yukon

De nuevo nos encontrábamos en la Alaska Highway para ir hacia la Columbia Británica. Por el camino teníamos pensado parar en algunos lugares como Teslin donde visitamos un centro culturar de indígenas o Watson Lake, un pequeño lugar, que aún así es la segunda ciudad más grande del Yukon, muy famoso para los mushroom pickers -recolectores de champiñones-. Un trabajo duro que muchos backpackers hacen para sacarse un buen dinero, se dice que se paga bien pero el esfuerzo que hay que hacer es muy grande. A nosotros nos ofrecieron pero lo declinamos después de pensarlo bien. Paramos en su centro de visitantes donde se pueden ver miles de señales de pueblos y ciudades de todo el mundo. Viajeros de todo el mundo traen señales de tráfico con el nombre de su ciudad y la cuelgan aquí. Algo muy curioso que hace especial a este lugar, todo el que pasa por Watson Lake pasa por este sitio. 

Después de Watson Lake hay una carretera donde existe mucha vida animal, sobre todo una gran cantidad de bisontes que abundan y cruzan las carreteras con lo que habían muchos carteles de advertencia sobre ello. No tardamos en verlos, estaban por todos lados. Es más, vimos muchos más animales, sobre todo osos negros que comían hierba al lado de la carretera. Había que andarse con mucho ojo para no atropellar a algún animal.

Uno de los varios osos negros que vimos
Cuidadorrrll!

Dormiríamos en un lugar muy bonito donde había un mirador espectacular muy cerca de Muncho Lake Provincial Lake. 

A la mañana siguiente salimos de nuevo, todo iba bien hasta que paramos pronto en un mirador al Lago Muncho. Con el motor al ralentí notaba como el coche vibraba más de la cuenta, parecía ser el motor. No le dí mucha importancia y seguimos conduciendo hasta que unos kilómetros más adelante veo como la temperatura del coche está en rojo. Paramos inmediatamente en la cuneta. ¿Qué coño pasa? 

Mucho Lake, última foto antes de darnos cuenta de nuestro gran problema

Dejamos enfriar el motor y conducimos hacia atrás donde habíamos pasado una gasolinera y restaurante con servicios hace muy poco, vaya suerte la nuestra, en esta carretera pueden pasar cientos y cientos de kilómetros sin ver vida humana. Llegando al lugar se vuelve a calentar el coche, la cosa pinta mal, muy mal. Comprobamos que el aceite y el agua estén bien y compramos para rellenarlo. No parecía ser el problema. Decidimos llamar desde allí (en nuestro móvil no teníamos señal) a la grúa para remolcar el coche a la ciudad más cercana que en esos momentos era Fort Nelson que se encontraba a 250 kilómetros. Cuando le preguntamos cuanto costaría nos llevamos las manos a la cabeza, ¡nos piden mas de 1.000 dólares! No es opción.

En la gasolinera nos cuentan que a unos 60 kilómetros hay un lugar llamado Toad River donde tienen un pequeño taller donde suelen cambiar ruedas pero quizás nos pueden ayudar. Cogemos el coche yendo lento para ver si había manera de llegar así pero tras 2 o 3 kilómetros se pone de nuevo al máximo de rojo, no podemos llegar hasta allí y de nuevo nos quedamos en la cuneta. ¿Que hacemos?

No nos queda otra que hacer autostop.

Hacer autostop en la Alaska Highway es algo muy complicado. Los coches que pasan durante una hora se pueden contar con los dedos de una mano. Nos ponemos al lado de nuestro coche con el capó abierto para a ver si así paraban mas fácilmente. Tras unos 40 minutos para una ranchera donde iba una pareja de ancianos. Nos dicen que viven cerca de Toad River y nos pueden llevar.

Dejamos una nota en el parabrisas diciendo que volveremos pronto.

Coche roto, volveremos pronto a por él

En Toad River nos atienden unas filipinas que a nuestra pregunta va a buscar al dueño. Nos dice que no es mecánico y que solo cambia ruedas pero que sí puede llevar nuestro coche hasta Fort Nelson por la mitad del precio que la grúa. No nos queda otra opción y vamos a remolcar nuestro coche con su camioneta y traerlo a Toad River donde dormiríamos y saldríamos a la mañana siguiente.

Fueron como 2 horas y media de camino que dieron para hablar con Mathew, el dueño del lugar en Toad River. Un tipo tímido pero gracioso, cada vez que hablaba era para decir alguna tontería, me gusta. Ya en Fort Nelson nos llevó a su taller de confianza, allí nos dieron las peores noticias posibles, ¡el coche tenía la junta de culata jodida! Arreglarlo costaba casi igual que nos costo el coche en sí, no tenía sentido arreglarlo. Entra tanto Matthew nos hizo una oferta que nos dejo fuera de nuestras casillas. Nos dijo que podíamos trabajar con él en la temporada fuerte de verano con un sueldo mejor que nos daban en Revelstoke y con comida y alojamiento gratuitos. De esta manera ganaríamos mucho más que en Revelstoke y recuperaríamos dinero del coche, el cual no íbamos a arreglar de momento, o sea, tampoco lo podíamos vender y perderíamos el dinero invertido. Estábamos jodidos y necesitábamos tiempo para pensarlo. Mientras Matthew hacía sus compras antes de volver a Toad River nos dejó en un Tim Hortons donde teníamos tiempo para pensarlo. Con un café la mente trabaja mejor.

Estaba decidido, llamamos a Matthew y le dijimos que nos íbamos con él. Dejamos el coche en el parking del mismo taller por si lo pensábamos mejor y decidíamos arreglarlo. Fue un gran chasco pero el destino quiso que nos quedáramos en Toad River donde haríamos uso de nuestra working holiday visa. ¡Os cuento sobre esta experiencia de dos meses en el próximo post!

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