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Para llegar a Santa Fe desde Albuquerque existen dos rutas. La más directa y rápida y la más larga y escénica llamada The Turquoise Trail. Como siempre hacemos en este viaje, aunque haya que conducir más kilómetros y gastar más en gasolina, casi siempre optamos por la carretera más bonita. Haríamos unas cuantas paradas para admirar el bonito paisaje y pasaríamos por un lugar de mismo nombre que la capital de España. El paisaje mientras conducimos es de nuevo impresionante, con altas montañas nevadas en el horizonte y una vegetación desértica que bien me pueden recordar a los Montes de Málaga. Sintiéndonos como en casa conduciendo nos sentimos aún más cuando después de pasar el pequeño pueblo de Cedar Crest llegamos a la localidad de Madrid. Una población que se creó por la minería en el 1881 y que hoy en día explota sus recursos turísticos, un lugar curioso por el que parar con casas destartaladas pero con un ambiente hippie que atrae a la gente. Poco podemos hacer más que hacernos una foto con el cartel de bienvenidos a Madrid.
Santa FeAntes de llegar a la ciudad decidimos echar lo que queda del día yendo a las alturas y dejar el centro para el día siguiente. Nos desviamos hacia Santa Fe National Forest desde donde se tienen vistas de toda Santa Fe y alrededores. Para ello subimos una cuesta sin descanso durante al menos media hora y llegamos a lo más alto que pudimos. Allí existe una estación de esquí y nos encontramos con el parking a rebosar. Marzo es todavía temporada de esquí aunque no lo parezca cuando estas abajo, la nieve que queda tampoco es que sea mucha, lo justo para esquiar. Intentamos averiguar si podíamos hacer algún sendero pero todos estaban cubiertos de nieve. Poco podemos hacer por aquí a no ser que queramos gastar nuestro presupuesto en esquiar (nunca lo he hecho). Para no haber venido en vano cogimos nuestro frisbees multiusos y nos tiramos sentados en ellos por la nieve. No fue muy buena idea tirarme desde tanta altura sin guantes y en un frisbee tan pequeño para mi culo, acabé con las manos destrozadas. Al menos hemos echado un rato divertido. ¡Esta noche toca hotel! Tras varias noches de camping y de dormir de extranjis en el coche por Albuquerque tocaba relax, ducha e internet. El hotel elegido es el de la famosa cadena Hotel Super 8, están por todos los Estados Unidos y son famosos por ser buenos y más baratos que la media. Además, disponen de desayuno caliente incluido. Como algo tan simple se puede convertir en todo un lujo para nosotros, cosas de viajar a largo plazo. Habíamos comprado un bono en groupon para ir barato al cine con palomitas y bebida incluidas, hacia mucho que no íbamos y nos queríamos dar ese lujo alguna vez además que queríamos vivir la experiencia de ir al cine en territorio estadounidense. Resulta que el cine se encuentra en la universidad de cine de Santa Fe y las películas que ponen no son las típicas americanas que uno se puede esperar. En este cine ponen películas de éxito de otros países. Esa noche ponían A war, todo un señor peliculón, no nos imaginamos que nos iba a gustar tanto una película danesa pero superó todas nuestras expectativas. Solo éramos 7 personas en la pequeña sala. Nuestra intención de tener la experiencia en un verdadero cine estadounidense no la cumplimos pero al menos la película lo valió. El día siguiente lo dedicaríamos a descubrir la capital de Nuevo México. No sabía que esperarme de esta ciudad pero no era lo que vimos a primera vista. Me esperaba una ciudad más ciudad y lo que nos encontramos era más bien un pueblo pequeño que sin embargo sirve de capital. Una ciudad con mucha historia que es la capital de estado más antigua de todas que fue fundada en el 1610 y que es la segunda ciudad más antigua del país, un abuelo de EE. UU. Por el mismo centro el aparcamiento es de pago pero por la calle Alameda Street que sigue paralela al río se puede aparcar gratuitamente y está muy cerca del centro. Lo primero que te encuentras son sus edificios de adobe, ya sean casas, hoteles, restaurantes, iglesias… aquí todo lleva el mismo estilo de arquitectura colonial. La ruta la empezamos visitando probablemente uno de los edificios más bonitos de la ciudad, la Catedral Basílica de San Francisco de Asís. Una catedral que bien te podrías encontrar por cualquier ciudad italiana. Desde esta iglesia se puede acceder fácilmente a lo más céntrico de la ciudad. Toda la zona está llena de tiendas vendiendo sus artilugios de arte mientras vas llegando a The Plaza, la plaza central de Santa Fe. Por más de 400 años, esta plaza ha sido y sigue siendo el corazón de la ciudad que actualmente atrae a turistas, músicos, skaters y gente vendiendo comida por cada rincón. En la parte norte de la plaza es donde se ponen los indígenas en el suelo a lo «top manta» a vender sus manualidades artesanales.
Al lado de la plaza se encuentra el Palacio de los Gobernadores, el edificio público más antiguo de todos los Estados Unidos. Un edificio que empezó con el primer gobernador español cuando entonces Santa Fe era parte de México por el año 1610. En 1680 fue retomado por el pueblo indígena en la llamada Revolución de Popé, revolución en la que mataron más de 400 españoles echando a los demás colonos del lugar. Sin embargo, doce años más tarde los españoles volvieron a retomar la ciudad sin mucha oposición por parte del pueblo indígena. Cerca del Palacio se encuentra el Museo de Arte de Nuevo México y el Museo Georgia O’Keeffe. A falta de presupuesto para museos seguimos andando por las calles de Santa Fe. Otro de los puntos de interés es el Santuario de Guadalupe, la que es patrona de México. Es el santuario más antiguo de los Estados Unidos que sigue en funcionamiento. Unos simpáticos mexicanos nos dejaron entrar a su bonito interior.
Seguimos caminando de vuelta al coche hasta que nos cruzamos con la iglesia más antigua de los Estados Unidos, ¡parece que todo aquí es lo más antiguo del país! En este caso se trata de la Iglesia de la Misión de San Miguel, una iglesia creada de adobe del 1610 que se mantiene perfectamente en pie gracias a sus reconstrucciones y renovaciones. Por último pasamos por la famosa calle de Canyon Road, una calle donde los artistas exponen sus obras decorando toda la calle, estando en Santa Fe es algo que no te puedes perder.
No es una ciudad que nos encantara siendo sinceros pero sí que es una parada para echar un buen rato aprendiendo sobre la historia de este curioso y antiquísimo estado norteamericano. Personalmente y al contrario de lo que muchos piensan, ¡me quedo con Albuquerque!
Santuario de Chimayó El Santuario de Chimayó se encuentra en el pueblo de mismo nombre. Un lugar de peregrinaje importante para los cristianos católicos. Nombrado Monumento Histórico Nacional recibe alrededor de 300 mil visitantes cada año y se la conoce como la «Lourdes de América» el centro de peregrinaje más importante de los Estados Unidos. Es un lugar con un algo especial que solo se respira estando in situ.
La visita es gratuita, se puede visitar tanto como el santuario como todo lo que lo rodea. Cerca de la iglesia se encuentra un lugar lleno de fotos de gente fallecida, llenando todo un mural, fotos pegadas por los familiares que llegan hasta aquí, casi todos ellos mexicanos. Los cristos del lugar están llenos de colgantes con la cruz. Da cosa andar por allí pero es sin duda algo muy singular que visitar en Chimayó.
Los edificios de este lugar son de adobe como bien lo es la iglesia que fue construida en el año 1810, una nueva arquitectura para nosotros que empezaba en Santa Fe y continuaría este lugar y Taos más adelante. Otro lugar donde hemos visto algo parecido fue en nuestro viaje por Ghana, cuando el chief nos echó la bronca. En su interior existe una pequeña habitación llamada «el pocito» donde hay un pequeño agujero que contiene –«holy dirt»– tierra bendita de la que se cree que tiene poderes curativos. Junto a esta sala hay una habitación con fotos, muletas usadas y testamentos de gente que dice haber sido curada gracias a esta tierra bendita.
Una visita curiosa cuanto menos que hizo más ameno nuestro viaje hasta Santa Fe. Por el pueblo existen otras iglesias diferentes de lo que había visto hasta ahora. Sobre todo una iglesia dedicada a los niños, con su interior decorado con ropa y fotos de niños pequeños, creepy. Continuando nuestro camino hasta Taos el paisaje seguía siendo alucinante, las montañas no paraban de sorprendernos con cada curva y las paradas eran obligatorias para admirarlo y tomar alguna foto. Las Montañas de Sangre de Cristo predominan todo el paisaje durante el trayecto Santa Fe – Taos. Aunque no lo parezca estamos a bastante altura del nivel del mar, es más, Santa Fe es la capital de estado que se encuentra a más altura de EE. UU. Estando en invierno tampoco era para tanto, solo se veía nieve en las altas montañas. |
Por último, antes de llegar a la ciudad de Taos, paramos en Las Trampas, un mini-pueblo que fue fundado por 12 familias hispano-americanas asentado en las montañas en la que destaca una iglesia que bien parece una mezquita en primera instancia. Esta iglesia fue construida en el 1760 y es monumento histórico nacional del país. Se la considera como uno de los mejores ejemplos de arquitectura española mejor conservados en Nuevo México.
iglesia de Las Trampas |
Nuestra siguiente parada sería Taos con su Taos Pueblo que es conocido por ser uno de los pueblos indígenas americanos mejor conservados. Este pueblo donde aún habita esta tribu indígena forma parte del Patriomio Mundial de la UNESCO. También visitaríamos el bonito lugar de Rio Grande National Monument. Es allí donde celebraríamos el 30 cumpleaños de Perrine, ¡todo ello lo podrás ver en el siguiente post!
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