Canadá

Subiendo desde el mar hasta el cielo

10 días en laIsla de Vancouvery 5 para visitar las maravillas de la carretera llamadaSea to the Skyque sale desdeVancouvery llega hastaPemberton. Nos estábamos dando prisa porque teníamos un vuelo desde Vancouver que nos llevaba hacia Whitehorse, la capital del remotoYukon, al norte deCanadá. Íbamos allí para trabajar dos semanas con perros de trineo, experiencia de la que hablaré en el próximo post.

Empezábamos en Vancouver porque allí reservamos el coche de alquiler. Una vez más con la suerte obtener un coche mejor con el precio del económico por la falta de este ¡está vez nos dieron un 4×4! Lo suficientemente grande como para dormir tumbados en su interior. Perfecto mundo.


Sea to the Sky‘ es una carretera con mucho que ofrecer para todo aquel amante de la montaña: caminatas míticas y deportes de invierno. Una carretera que pasa por lugares como Squamish, Whistler y Pemberton como localidades más destacadas y con parques provinciales como Garibaldi, Jofre Lakes o los alrededores de Squamish o Whistler.

Ahora centrémonos es nuestro paso por esta carretera y las mejores rutas que hicimos.


The Chief (Squamish)

Squamish es la primera ciudad que te encuentras saliendo hacia el norte desde Vancouver, se llega entre cadenas de montañas a la derecha y el mar a la izquierda. En su moderno centro de visitantes nos informaron de lo que se podía hacer por allí, que no es poco.

Uno de los sitios imperdibles era subir a la cima de ‘The Chief‘, una roca gigante al estilo ‘El Capitán‘ en Yosemite que se puede divisar fácilmente desde la carretera. La subida es corta y por escalones, pero oh boy, es muy dura para el pulmón y piernas. Y es que en tan sólo dos kilómetros se asciende la friolera de 600 metros. Eso sí, las vistas desde ahí arriba bien merece la pena, es una de las maravillas de la zona que nadie debería de pasar de largo, sólo hay que sufrir un poco para llegar. Si se quiere más tienes la posibilidad de hacer sus otras dos cimas para echar el día completo. Nosotros llegamos ya por la tarde y se dice que las vistas desde la primera cima son las mejores, bien…

Otro de los lugares famosos y fácilmente accesibles son las cataratas Shannon, las cuales tiene dos miradores, uno arriba y otro a sus pies.

Garibaldi Lake

Nos encontramos en las fechas del deshielo del año y los caminos se iban abriendo poco a poco al alpinismo. El Parque Provincial de Lago Garibaldi es uno de los que más prestigio goza en la zona para ello, así que allá fuimos. El lago ya era accesible a pesar de que los últimos kilómetro estuvieran aun cubiertos totalmente de nieve.

La ruta ida y vuelta es de 18km con 900m en elevación, es decir, un día entero. El sendero no perdona ya desde el inicio, un constante zigzageo largo cuesta arriba se prolonga varios kilómetros por un bosque hasta que llegas a la primera recompensa, unas vistas del valle y de las montañas te dan las energías suficientes para seguir subiendo hacia el lago.

Desde aquí la nieve fue apareciendo en escena con pequeños parches hasta que en los dos últimos kilómetros la tierra fue desapareciendo de la vista. Algunas zonas se hacían peligrosas porque la nieve era en realidad hielo duro y eso con las botas de hiking se hacía difícil. Tuvimos o que frenar el ritmo para ser más cuidadosos con cada paso que dábamos. Por supuesto, las caídas de morros y culo no faltaron, sobre todo Perrine que es experta en ello. Yo tampoco me libré.

Por suerte la ruta estaba bastante llena de gente con lo que nosotros sólo teníamos que seguir los pasos.

Llegar al lago fue un subidón tremendo, ¡vaya maravilla! En realidad, el lago estaba cubierto totalmente de nieve pero estando en plena época de deshielo el hielo se agrietaba dejando un color azul turquesa intenso que junto a todas las montañas de alrededor nevadas creaban un entorno maravilloso.

La bajada se hizo más larga que la subida aunque no fuera tan duro, pero los kilómetros pesaban. Ya sólo quedaba quitarse las botas y disfrutar de la ‘tarde libre’.

Whistler

La ciudad del deporte de invierno más famosa de Canadá, sobre todo después de que se celebrarán en 2010 los Juegos Olímpicos de invierno en esta ciudad que precisamente fue uno de los peores inviernos en cuanto a nieve se refiere. 

La ciudad está toda construida de casitas de madera. Más que ciudad parece (prácticamente es)  un resort de vacaciones para gente que viene a hacer deporte de invierno o a hacer alpinisno-senderismo. Sus calles tienen un aspecto muy nuevo y chic. Nuestro paso fue breve, un rato de window shopping, un Starbucks y pal coche.

Esa noche iríamos a pasarla a un camping para tener la posibilidad de ducharnos. Una de las cosas que nos sorprendió fue su sistema anti-osos ya que es un camping en el que el coche se deja fuera de la zona de parcelas de acampadas. A través de una polea y una red se suben los alimentos y productos que desprendan algún aroma a una altura a la que no puedan llegar. A la mañana siguiente vimos que nuestra comida no había sido devorada por osos si no por las ardillas. Mucha de nuestra comida estaba roída, se dieron un buen banquete las malditas. Así que ya sabes, protege bien tu comida si alguna vez utilizas uno de esos sistemas anti-osos, personalmente me quedo con el sistema de la caja metálica.


Joffre Lakes


Para llegar a esta caminata conducimos lo más al norte de esta ruta, ya pasada la localidad de Pemberton –Pemby para los amigos-. Ciudad en la que pararíamos en nuestro camino de vuelta.

Teníamos entendido que esta caminata era una de las más bonitas de la zona. Una caminata que pasa por tres lagos a diferentes alturas siendo el más alto el más espectacular, nos daría para medio día. Al no estar a tanta altura como el Lago Garibaldi había menos nieve y el lago no iba a estar tan congelado. Nuestras ganas por descubrir nuevos paisajes naturales nos hizo lanzarnos a comprobarlo por nuestros propios ojos.

Al llegar temprano vimos que eramos los primeros en aparcar en el parking de inicio de la caminata, teníamos entendido que es una caminata popular que suele ser visitada por mucha gente pero por lo temprano que era y al ser entre semana, supongo que es diferente.

Mientras nos preparábamos para salir llegaron más coches. En uno de ellos iban dos parejas de cuarentañeros muy simpáticos con los que nos encontraríamos en diferentes puntos de la ruta. Eran Testigos de Jehová, una practica religiosa muy extendida por Canadá y EEUU. No es la primera vez que conocemos a alguien que acaba por regalarnos una tarjeta de visita de este grupo religioso. Te hacen saber muy pronto.

El primero de los tres lagos te lo encuentras nada más empiezas la ruta, a medio kilómetro, un extenso lago se expande por la superficie con la tranquilidad que caracteriza a los lagos canadienses, rodeado de montañas para variar. 

Para llegar al segundo lago había que sudar. Una pendiente fuerte nos aguardaba, rocosa, sin nieve pero con terreno un poco fangoso por el deshielo. Las vistas van mejorando con el paso de los kilómetros, un rango de montañas con una capa verde de pinos aparece en escena. 

El lago del medio nos parece ya una autentica pasada. Ahí mismo nos encontramos con nuestros amigos los Testigo de Jehová de los que nos despedimos con un ‘Nos vemos en la cima‘.

Por otra pronunciada pendiente subimos al tercer y definitivo lago, para ello tenemos que pasar de nuevo por nieve siguiendo las escasas huellas que quedan del día anterior, parece que somos los primeros en llegar en este día. El paisaje es impresionante una vez más, sobre todo cuando nos encontramos con el glaciar que está encajado entre las montañas. El lago nos lo encontramos semi-congelado, con grandes parches de hielo y otros tantos de agua, el color es un tanto bizarro. Para la mejor vista hay que rodear todo el tercer lago. 

Llegamos a una zona con huellas de osos que nos parecen recientes y dudamos si seguir o no. Entre nuestra indecisión llegan ‘los 4 jehovás’ que parecen entendidos en el tema, según ellos las huellas de oso tienen ya un tiempo. 

Rodeado de huellas sospechosas

Nos juntamos los 6 y seguimos adelante tirándonos por un tobogán de nieve para llegar a la zona donde se supone que hay un camping y unos aseos, esta todo bajo nieve. Nos encontramos justo debajo del gran glaciar, ¡hemos terminado!. La vista del lago semi-congelado es impresionante a pesar de que no tiene el color turquesa que se le supone tener pero eso es algo que se ve cuando está totalmente descongelado, faltaba al menos un mes para ello. Hemos terminado y nuestros amigos los jehovás tienen un festín preparado, ¡se han traído hasta una botella de vino! Comparten todo con nosotros aunque no tengamos nada que ofrecerles.

La vuelta la hacemos lenta, disfrutando paso a paso del paisaje, es todo cuesta abajo.

En nuestra vuelta en coche por la ruta decidimos parar en Pemberton. Una pequeña pero mona localidad donde tomarse un buen café o hacer algunas compras, yo me quedo con las bonitas vistas y los murales que tiene. Es más natural que Whistler.

Conduciendo más al sur y pasando Whistler paramos en unas cataratas populares llamadas Brandywine Falls. Una corta caminata nos lleva hacia un mirador, la verdad es que es una catarata impresionante. Un caño de agua perfecto cae a plomo a una gran altura. Desde arriba vemos gente abajo, desconocía que hubiera una ruta que te llevará hasta allí.

Las impresionantes Brandywine Falls

Por la tarde hacemos otra ruta corta por la zona del Brohm Lake que nos lleva a unas bonitas vistas de toda la pared de montañas a través de una ruta boscosa y muy húmeda. Arriba hay como una caseta de vigilancia, significa que estábamos en lo más alto.

El día siguiente devolvemos el coche y tomamos un vuelo a las profundidades de Canadá. El Yukon nos esperaba. ¡Fueron unos 5 días muy bien aprovechados!

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