Como hormigas que roban migas de pan en casa eramos nosotros para las montañas de Sangre de Cristo, subcordillera de la masa sin fin que forman las Montañas Rocosas. Inmensas ellas y cubiertas de una capa de nieve que brillan como si del mismo sol se tratara. Al norte del estado de Nuevo México, Taos nos esperaba con los brazos cerrados, si es que lo puedo decir de esta manera.
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Lo primero que hicimos inmediatamente al llegar a Taos fue ir al centro de visitantes ya que estaba a punto de cerrar, a las 5 de la tarde suelen cerrar los centros de visitantes en este país, algo que maldecimos numerosas veces. Lo que más nos interesaba era saber sobre visitar Taos Pueblo, un lugar patrimonio mundial de la UNESCO en el que aún vive una tribu en casas de adobe, uno de los pueblos indígenas presentes mejor conservados de todos los Estados Unidos.
La respuesta de la mujer del centro de visitantes nos dejó con la boca en forma de «o». ¡Taos pueblo se cierra a visitantes durante la temporada baja de invierno! Nos preguntábamos como era posible algo así, ¿cerrar un pueblo a gente? ¿Un pueblo con habitantes que salen y entran en todo momento? ¿Cómo lo pueden controlar? Decidimos ir hasta el lugar para ver que se cocía y comprobarlo por nosotros mismos.
Aprovechamos el centro de visitantes y recaudamos más información de Taos Ciudad y el National Monument de Río Grande, un buen lugar para hacer senderismo, queríamos averiguar donde íbamos a pasar el día siguiente en el que Perrine cumplía la difícil edad de 30 años,ouch!
Taos Pueblo se encuentra a tan solo 1.6 km de la ciudad por una carretera hacia el norte. En un ‘plis-plás’ nos plantamos en el pueblo. De camino solo veíamos caras de indígenas en sus coches entrando y saliendo al pueblo. Teníamos un poco de miedo por lo que pudiera pasar, seguramente no eramos bienvenidos por estar oficialmente cerrado al público. Nuestras pieles pálidas y los ojos azules de Perrine nos delataban. Aún así, aparcamos cerca de allí y nos acercamos a pie hasta una taquilla cerrada que decía los precios de entrada al pueblo, sí, te cobran por entrar a un pueblo y no es que sea barato que digamos.
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Al no haber nadie alrededor nos adentramos hasta un cartel donde ponía lo de patrimonio de la UNESCO y empezamos a hacer algunas fotos a lo lejos del pueblo. De repente oímos unas voces y un coche que se para al lado de la carretera, – hasta aquí hemos llegado, pensé en mis adentros. Un chico de piel morena de mediana edad, claramente habitante del pueblo, se nos acercaba con un mensaje que teníamos claro que nos iba a decir pero con la incertidumbre de cuál iba a ser su grado de enfado. Lo primero que nos dijo fue que teníamos que borrar toda foto que habíamos tomado y que no podíamos estar por allí. Todo lo dijo lo más amablemente que pudo y sin ningún tipo de problema nos retiramos hacia nuestro coche. El chico nos contó que el pueblo cierra en invierno porque es cuando celebran sus fiestas y rituales y no quieren a nadie que les interrumpa. Situación que entendemos perfectamente. No fue una visita profunda al pueblo pero sí que llegamos a sentirnos por unos momentos por él con la adrenalina en nuestros cuerpos de lo ilegal, de todas formas, fue una pena que no lo pudiéramos hacer en condiciones y adentrarnos en este pueblo indígena tan histórico y vivo.
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Taos Pueblo, foto sacada de Shutterstock |
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Nuestra mejor foto robada de Taos Pueblo |
Defraudados, nos fuimos en busca de un lugar para pasar la noche, el mejor sitio para ello se encontraba al sur de Taos Ciudad, en el mismo Río Grande del Norte National Monument, un lugar con mucho camping a lo largo de la carretera que lo atraviesa. Pero antes, nos cruzaríamos con la importanteiglesia de adobe de San Francisco de Asis, a las afueras de la ciudad en una zona conocida como Ranchos de Taos. Rodeada de casas de adobe, algunas en ruinas que de verdad me hacían pensar que estaba en la África subsahariana.
El paisaje es una vez más tremendamente asombroso. Para dormir aplicaríamos la regla de ‘entrar tarde/salir temprano’ para así evitar pagar la cuota por noche del camping, no solemos hacerlo pero habíamos tenido muchos gastos estos últimos días, sobre todo en Santa Fe. La visita a este lugar lo dejaríamos para más adelante. Lo primero que hicimos al día siguiente sería visitar Taos Ciudad, ya que habíamos llegado hasta aquí teníamos que aprovecharlo como fuese visitando su ciudad.
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Pasando unos cuantos tipis de camino a Río Grande |
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Camino de Río Grande desde Taos |
Lo de la regla de salir tan temprano nos hizo ir a una cafetería donde esperar unas horas hasta que la ciudad despertara si es que queríamos ver algo abierto y algo de ambiente en sus calles. Lo primero que se ve en Taos es su fondo de pantalla, una ciudad bajo montañas gigantescas con picos nevados que la hacen una ciudad más pequeña de lo que es. Como en Santa Fe, en este lugar todo está construido del estilo colonial español. Todos sus edificios, no importa de qué, son de adobe.
La ciudad en sí no es mucho, es una ciudad muy pequeñita, nada de lo que uno se haya podido esperar. Su centro tiene punto 0 en su plaza principal, llamada Taos Plaza, es a sus alrededores donde transcurre la acción de la ciudad. Bent St es una calle por la que juntan la mayoría de sus tiendas a la vez de unas cuantas galerías de arte, de las que la ciudad presume de albergar unas 100 de ellas en una ciudad en la que un 30% de la población se considera que son artistas de algo. Taos se la considera imán para escritores y pensadores; hippies y bohemios que acuden a esta ciudad en busca de inspiración y paz.
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Una muestra del arte que existe en Taos (por detrás son 3 personas) |
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Edificio de adobe en Taos Plaza |
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Ejemplo del típico edificio de adobe de esta zona de Nuevo México |
Existen varios museos como por ejemplo el Millicent Rogers Museum, el Martinez Hacienda o el Harwood Foundation, museos los cuales se pueden visitar con un pase que vende la asociación de museos de 25$.
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I chilis Taos |
Aprovechamos su gran supermercado para hacer las compras para el 30 cumpleaños de Perrine. Un número así tendría que ser algo especial con lo que nos emocionamos un poco comprando la comida preferida de Perrine.
A falta de Taos Pueblo nos fuimos en busca de aventura por sus alrededores, que mejor sitio para ello que volver donde dormimos la noche anterior, Río Grande del Norte National Monument. Trata básicamente del llamado Río Grande que como protagonista parte la tierra en dos creando uno de los gorges más bonitos que he visto en un lugar dotado de cañones profundos y conos volcánicos.
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La carretera de tierra acompaña el cauce del río y cruza este terreno protegido hasta un puente altísimo muy famoso del lugar. A lo largo del río existen varios campgrounds y senderos por los que disfrutar de este área natural más en profundidad. La chica del centro de visitantes que hay en la entrada del parque nos dio la información necesaria para ello.
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Hablando por unos de los senderos que nos llevaban a unas vistas del gorge del río Perrine comentó:
– ¿Sabes cuál sería un buen regalo para mi cumpleaños? Poder ver por fin un bighorn sheep (borrego cimarrón).
Desde que empezamos el viaje por los desiertos de California, era un animal que se nos resistía. Habíamos visto prácticamente todos los que queríamos ver pero el bighorn sheep no aparecía por ningún lugar. Y mira por donde, acabando el sendero, un grupo de ellos se encontraban a unos 20 metros, ¡vaya casualidad! Perrine estaba que no cabía en sí de la emoción. Resulta que se encontraban al lado de la carretera que veíamos desde el sendero. Fuimos a nuestro coche que se encontraba al inicio del sendero y nos dirigimos hasta allí donde pudimos parar y obsérvalos de más cerca. ¡Vaya cornamenta que tienen tan basta! Por algo tienen el nombre bighorn (cuernos grandes). Parecían no inmutarse ante nuestra presencia pero daba un poco de cosa salir del coche y acercarnos a ellos, son animales enormes. Les echamos unas cuantas fotos y seguimos nuestro camino hasta el puente que cruza la garganta del río.
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Por fin un bighorn sheep ante nosotros |
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A través de los bonitos paisajes del río llegamos hasta el puente, conocido como «El puente de la garganta». Un puente de arco de acero que cruza de un lado al otro de la garganta con una altura de 172 metros. Las vistas sobre el río son bellísimas. Existe un área donde aparcar el coche donde los indígenas aprovechan la tirada del puente para vender sus souvenirs. Desde allí nos desviamos por un sendero para ver el puente a lo lejos con el río pasando por debajo, mereció mucho la pena.
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La tarde caía así que volvimos hacia la reserva del parque para buscar un camping donde tendríamos la cena del cumpleaños de Perrine con aperitivos, plato especial, vino y una tarta de queso, sin duda un 30 cumpleaños que nunca olvidará.
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Al día siguiente pondríamos rumbo hacia el suroeste estado de Colorado para seguir nuestra ruta pero esta vez y por primera vez en el viaje conduciríamos hacia el oeste.
Fue toda una experiencia viajar por Nuevo México, un estado con mucho que ofrecer.¡Dejamos el sur del estado para la próxima vez!
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