Unos días en La Habana nos bastaron para querer conocer más de este país tan peculiar. Queríamos playa, para que engañarnos. Varadero tiene fama mundial para ello, aunque nos sonara a turístico queríamos ver ese agua caribeña de la que todo el mundo se enamora. Volveríamos a La Habana tras nuestra ruta por el oeste del país para volver a México, nos quedaban algunas cosas pendientes en esta maravilla de ciudad.
Para llegar de La Habana a Varadero tienes la opción fácil de viajar con Vía Azul o la opción cubana, con un extra de aventura, os podéis imaginar cuál tomamos.
A continuación explico como hicimos para llegar desde La Habana a Santa Marta (Varadero) viajando como un cubano a precio cubano.
Fue toda una odisea, dicha sea la verdad. Lo intentamos aún cuando nos dijeron que para nosotros sería imposible llegar allí desde La Habana sin Vía Azul (bus que mueve a los turistas por Cuba) pero nos negamos a ello. – Debe de existir alguna forma, pensamos.
La noche anterior nos lanzamos a la calle a preguntar a la gente de calle. Tras unos cuantos sin saber qué contestar nos encontramos con un cubano que nos lo explicó detalladamente. En internet no encontramos a nadie que lo hubiera hecho.
Debíamos de tomar un autobús (P11) urbano por medio peso cubano hacia las afueras de La Habana (intermitente de Alamar) el cual pillamos en hora punta, o sea, como en una lata de sardinas y con mochilas, todos nos miraban como diciendo – ¿Qué hacen estos aquí?
Desde donde nos dejó el autobús P11 (tras andar un poco perdidos) había uno de los buses yutongde cubanos con aire acondicionado (igual de buenos o mejores a un precio 40 veces menor que los vía azules) que se dirigía a Matanzas (viaducto de Matanzas), ciudad que se encuentra ya cerca de Varadero. Antes de salir compramos a un señor que vendía bocadillos y refrescos a la gente del bus que pillamos casi saliendo. Desde Matanzas tomaríamos lo que en Cuba llaman camión, un tipo de chicken bus (los de colegio de USA, para entendernos). Este camión nos dejaba en Santa Marta, una población a tan solo un par de kilómetros de Varadero.
Conclusión: para pagar los 20 o más CUC (20 o más $US) que cuesta elVía Azuly que probablemente no lo invierten en estos buses, pagamos 42 pesos cubanos (alrededor de 2 CUC o 2 US) que cuesta en medio de transporte para locales, con un extra de aventura y contacto con cubanos. Dicho esto, si quieres comodidad y no te importa gastar (bastante) más deberías de tomar Vía Azul.
Santa Marta, la alternativa a Varadero
Ya en Santa Marta buscaríamos alojamiento. Claudia, de Solo Ida, nos recomendó alojarnos en esta ciudad, el precio es bastante más bajo que en Varadero mismo y se encuentra muy cerca.
Empezamos a buscar por la calle cartelitos de casas particulares. Tras preguntar a varios dimos con una habitación con aire acondicionado, nevera, toallas, jabón y terraza privada con silla y mesas a un precio de 15 CUC para los dos, quién lo iba a pensar estando tan cerca de Varadero, ¡vaya ganga!
Santa Marta es un pueblo pequeño pero tiene todo lo que necesitas. Tiene bares baratos donde comer un arroz moro a precio cubano, cafeterías como Cafechino que sería el sitio que más visitaríamos en el pueblo o restaurantes algo más caros pero a precios decentes con comida de muy buena calidad, sí, Cuba a veces tiene comida de calidad.
Taxi en una gasolinera de Santa Marta
Por 1 peso cubano tomábamos el bus local (buses holandeses con los cartelitos todavía en neerlandés) que uneSanta Marta con Varadero, eso sí, había que tener en cuenta el horario ya que no hay en abundancia. En unos 10 minutos estábamos en Varadero pueblo, la zona hotelera se encuentra más lejos.
Neerlandés en los buses de Varadero.
Varadero y sus playas
Varadero se encuentra como en una especie de lengua que se mete en el mar, más en la punta de esta lengua se encuentra la zona hotelera típica de all inclusive donde los turistas solo conocen el menú del día, los mojitos y la playa que tienen enfrente, como podemos encontrar en Cancún o Punta Cana. La diferencia más notable de Varadero es que no hay americanos (aunque esto está cambiando), sin embargo, abundan los rusos. De sobra es conocido su conflicto con Estados Unidos y su amiguismo con los rusos, esto también queda reflejado en el turismo. Podemos comprobarlo en, por ejemplo, las cartas en los restaurantes las cuales se puede leer el menu en ruso.
Restaurantes con ruso, algo normal en Varadero.
El color azul turquesa y amplias playas de arena blanca nos dieron la bienvenida. Cerca del pueblo de Varadero hay playas que nos encontramos medio vacías, me imagino porque no estábamos en temporada alta y estabamos lejos de la zona hotelera. Disfrutamos de la tranquilidad de la playa con el mar algo bravo, al fondo una tormenta amenazaba aunque nunca llegaría hasta nosotros.
Acercándonos a la zona hotelera donde se pueden ver las tumbonas
Nunca me imaginé un Varadero así
Uno de los días caminamos un poco por el pueblo. Visitamos un parque llamado «El Lago» muy bien cuidado y con diferentes aves.
Parque El Lago
En la ‘Avenida 6a’ cerca del parque encontramos como una especie de centro comercial donde acuden los cubanos de Varadero, ni rastro de turistas en esta parte. Por aquí pudimos encontrar, como no podía ser de otra forma, comida barata y diversión variada.
Lagartijas con la cola enroscada
Los libros que siempre tienen a la venta relacionados con el marxismo, el Che y Fidel
Fueron días de relax visitando playas, dándonos paseos por Santa Marta y Varadero, bebiendo café y comiendo brownies en nuestro bar preferido de Santa Marta. Una de las noches nos dio por beber ron cubano y puros habaneros que compramos a un mayor en las calles de La Habana Centro por un par de pesos cubanos, no era un cohíba pero es lo que la gente de calle suele fumar. «Donde fueres haz lo que vieres», ¿no?
Comida en ventanilla a precio cubano (1€ = 25 pesos cubanos)
Desde Santa Marta hasta Santa Clara, en busca del Che
Para ir a Santa Clara tampoco nos lo pusieron fácil, la información es muy escasa y mucha gente no lo sabe. Preguntamos hasta que dimos con la persona indicada, debíamos de madrugar mucho para tomar el camión que nos llevaba a Sagua la Grande desde donde teníamos que tomar otro a Santa Clara, lugar del mausoleo de el Che Guevara.
Como a las 5 de la mañana nos dirigimos a donde nos indicaron, todavía de noche. En una explanada vimos a gente con maletas que esperaban, allí deberíamos pedir el turno. Nos dijeron que fuéramos con antelación para no quedarnos sin sitio en el camión. La gente siguió llegando y eramos más personas que plazas disponibles en el camión. Nosotros pudimos pillar sitio y los demás se metieron como pudieron, apelotonados y en posturas difíciles que tenían que aguantar algunas horas. Vimos el amanecer desde la ventanilla del camión por caminos a veces de tierra que pasaba por pueblos de la costa norte de Cuba. Un momento que se ha quedado marcado en mi memoria, todo ese conjunto me hizo descubrir Cuba de una forma más profunda. Parecían extrañarse con nuestra presencia allí, todos eran muy simpáticos con nosotros y eso se agradece, son gente que no está acostumbrada a tratar con el turista.
Camión que nos llevó de Santa Marta a Sagua La Grande
Llegamos aSagua La Grandedonde pudimos desayunar en una de las ventanillas y de los vendedores ambulantes. Preguntamos por allí y nos pusimos en la parada donde pasaría el camión que se dirigía a Santa Clara, esta vez nos tocaba ir de pie con las mochilas entre nuestras piernas, apretujados. ¡Qué incomodo es viajar así!
Santa Clara, una agradable ciudad con aires de historia
Íbamos a Santa Clara más que nada a visitar el mausoleo del Che Guevara y a conocer un poco la ciudad, con un día sería suficiente. Al llegar a Santa Clara en seguida dimos con una casa particular. Un joven nos preguntó si buscábamos un lugar en el que dormir y el nos llevó a sus tíos. Él estudia ingeniería en Sevila, España, y estaba de visita en Cuba, un chico de lo más simpático. La casa de sus tíos estaba muy bien y ellos fueron muy atentos y simpáticos. Ella era la típica madre de todos que se preocupa por todo. No íbamos a estar mejor que allí. Tras instalarnos salimos a conocer la ciudad.
Santa Clara resulta ser una ciudad tranquila y acogedora. Aparte del mausoleo no tiene demasiado que ver al margen de algunos edificios bonitos, sin embargo, es una ciudad en la que no me hubiera importado quedarme un tiempo. No se respira esos aires de turismo como otras ciudades cubanas y su arte callejero merece ser visto. La plaza central es el lugar de reunión por excelencia, más que nada por ser el lugar donde hay wifi. El transporte urbano trata de carros tirados por caballos y sus coches son piezas de museo. Una auténtica ciudad cubana.
La plaza de Santa Clara
Arte en Santa Clara
Carro tirando a caballo como medio de transporte
Casas típicas de Santa Clara
Calle solitaria en Sana Clara
Detalle de una de las «ventanilla». El Che como si de un cristo se tratara.
Caminamos hasta el mausoleo el cual se puede visitar gratuitamente. Allí yacen los restos mortales del nombradísimo Che Guevara y algunos de sus combatientes. En la superficie se puede observar una gran escultura de metal del Che Guevara con una altura de casi 7 metros con la ya mítica frase «Hasta la victoria, siempre». Junto a la escultura se encuentra la carta que escribió Fidel hacia su amigo El Che con el que consiguió derrotar a Batista y su politica imperialista (marioneta de los Estados Unidos). Juntos consumieron una revolución con la cual «liberaron» al pueblo de la afilada crisis que se vivía en esos momentos. Debajo de todo eso se encuentra un museo y la llama eterna, una llama de fuego que prende en memoria del Che.
Santa Clara fue elegido lugar del mausoleo por ser el lugar donde se libró la batalla en la que las tropas de Batista se acabarían rindiendo.
El resto del día lo dedicamos a disfrutar de la ciudad, cenando y tomando unos postres en una de sus cafeterías a precios irrisorios. Acabamos el día sentados junto al televisor con los dueños de la casa particular en la que dormíamos. Nos darían consejos y hablamos mucho sobre México, en su juventud habían viajado y trabajado por el país de los tacos. Gracias a ello podían vivir bien en Cuba. A la mañana siguiente, antes de irnos, nos pusieron un desayuno de campeones antes de salir hacia nuestro siguiente destino: Trinidad. ¡Otra odisea de viaje!